martes, 26 de noviembre de 2024
LOS QUE VAN A MORIR OS LA SUDAN
lunes, 25 de noviembre de 2024
RESPONSABILIDAD DE IDA Y VUELTA
En el caso de la catástrofe de Valencia, se podría haber dado la confluencia de ambas responsabilidades, es decir, que podía haberse unificado si existiese un político de verdad, uno con altura de miras, alguien al que no le importase el cargo sino la resolución de los problemas y que se considerase garante del bienestar de los ciudadanos que le han puesto ahí. Los políticos son conscientes de que, en el ámbito administrativo que ellos han montado, existen procedimientos largos, indefinidos, tediosos e, incluso, ridículos, en el que el procedimiento es más importante que la respuesta eficaz y eficiente que sería deseable. De tal forma que, esos supuestos políticos inexistentes que tuviesen altura de miras, hubiesen salido ante las cámaras y, viendo la situación, hubiesen decretado saltarse el procedimiento bajo su estricta y única responsabilidad. Evidentemente, debiera ser un político con capacidad y mando para hacer eso. Pero la cobardía, el amor al puesto, el ego, mandan más que la responsabilidad en positivo; además, para eludir la responsabilidad en negativo siempre existe la posibilidad de ir disparando hacia otro lado. Esta falta de asunción negativa de la responsabilidad ocurre en toda la administración, propiciada por quienes gobiernan. De hecho, los puestos más altos suelen escupir hacia abajo para no verse en entredicho y el soldado raso, acaso mercenario, acaba siendo el culpable. Pero no nos quejemos; somos nosotros los que mantenemos esta estructura, los que abrazamos a los líderes, a los políticos, de cualquier índole, pensando que velarán por nosotros. Deberíamos empezar a espabilar para que cambien los partidos y, de paso, los sindicatos y lleguen a los puestos quienes sean capaces de aglutinar ambas responsabilidades. Para eso no sirven los trepas que son capaces de vender la piel y a su madre con tal de llegar alto.
domingo, 17 de noviembre de 2024
Y SE RINDIÓ
sábado, 16 de noviembre de 2024
EL COMODÍN DE LOS POLÍTICOS
Mientras los políticos se tiran los trastos para saber quién lo ha hecho mal, lo que no se hizo, lo que se hizo, en la respuesta hay algo que nadie señala: en el caso de que la alerta hubiese llegado a tiempo, muy temprano y que, incluso, todas las personas la hubiesen creído, los pueblos afectados no tendrían víctimas, pero seguirían destrozados, sin luz, sin agua, sin comida, sin hogar y, muchos de ellos, sin trabajo.
Porque las consecuencias materiales y sociales serían las
mismas y va otro por qué: porque hemos hecho algo mal y esas actuaciones no son
de hoy, ni de ayer; vienen de nuestro desarrollo, de nuestra forma de vida.
Lo más fácil, el comodín del público o, más bien, de los Gobiernos, de cualquier color, será culpar al cambio climático ¡Qué bien! Viene de perlas. Aunque el cambio climático existe, la realidad es que las consecuencias más crueles proceden por no comprender que al agua no se le puede parar. Lo saben las Confederaciones, donde siempre se habla de lo torrenciales y rápidas que son las crecidas en las cuencas del Júcar y Segura, lo saben los expertos, pero no limitan lo que puede ocurrir.
Hay que replantearnos nuestra forma de desarrollo, nuestra
manera de despreciar la naturaleza y replantearnos también a quién elegimos
como políticos, porque los actuales, sea cual sea su color, elegidos entre
ellos y entre sus amigos, no nos valen. Tampoco lo expertos porque hay que barajar demasiadas variables, entre ellas la complejidad de la Administración.
Lo mejor de todo es que ante los desastres sale lo humano,
la solidaridad, la empatía que como sociedad económica individualista,
estresada, hemos olvidados. Esa sociedad que vive su vida entre cuatro paredes
sin mirar a los demás. Esa sociedad que han creado los políticos y los
economistas. Esa sociedad vuelve a su primigenia, ésa que, en tiempos remotos, nos
hizo colaborar para avanzar, para cuidar el fuego, resurge cuando a los
políticos no se les encuentra. Nos hemos olvidado de nuestro semejantes, de los iguales, de esas hormigas que cada día van arrastradas al trabajo. Eso nos tiene que servir para cambiar y, cuando queramos mirar a la naturaleza, preguntarle y actuar según ella nos indique,
no sobre lo que la economía y la ambición nos diga. Porque ella, un día, puede
entrar en tu mansión o en tu palacio y bajarte del pedestal.
sábado, 28 de septiembre de 2024
¡Lástima de vida tan ordenada!
La mente humana requiere de la conceptualización de la realidad para poder entenderla, atraparla y, a partir de ahí, organizarla de algún modo. Así, como los animales ven su entorno con otras tonalidades, con otra perspectiva, nosotros la vemos a través de conceptos. No podemos vivir en la indefinición, sobre todo, porque hemos desarrollado conceptos más allá de los palpables. Por eso hay que ordenar la mente.
Hoy la sociedad lucha contra la desigualdad que se ha
establecido a través de ciertos estereotipos marcados culturalmente. Sin
embargo, sin quererlo, porque no quiero creer que sea queriendo, provoca en el
ordenamiento mental nuevos estereotipos. Primero porque señalamos unos y olvidamos
otros; luego porque, sin darnos cuenta, creamos nuevos. Cierto que estos
últimos no van a permanecer durante mucho tiempo asentados, pero sí por un cierto
tiempo que puede alargarse demasiado.
Estos son aquellos que se establecen porque consideramos
algo inadecuado, corrientes de opinión que se mueven como bandadas de pájaros
al unísono. Pongamos un ejemplo, las despedidas de soltero. Se instauraron como
una forma de sarcasmo, un paso a una nueva vida, como hacían ancestros cuando
se pasaba a la edad adulta.
Pero ahora no, ahora lo juzgamos todo a los ojos de nuestra
santa inquisición. Nos hemos vuelto una especie sumamente seria y aburrida, yo
diría, incluso, esturados en grado sumo.
Juzgamos todo, juzgamos eventos que exaltan acontecimientos
y juzgamos, incluso, las emociones que otros viven. No queremos verlas porque
estamos encerrados en nuestros estereotipo correcto, serio y recatado.
Señalamos el turismo de borrachera, como si las fiestas de los pueblos no fueran otra cosa ¿Acaso tenemos que volver a salir serios y compungidos ensalzando las figuras de los santos?
Hasta hace bien poco reclamábamos que las fiestas religiosas
eran herederas de lo pagano, de los solsticios. Aunque muchas personas siguen
teniendo esas emociones religiosas que no descarto, ni crítico, pues cada cual
es libre de emocionarse con lo que quiera, no es necesario tachar y juzgar a otros
por tomarse la vida de otra forma.
Criticamos que la gente salga a divertirse porque esa forma de divertirse no es la correcta ¿Cuál es la correcta? Sentarse en un bar o en un bando a arreglar un mundo que no tiene arreglo?
Se podría denominar el dominio de lo correcto, que siempre
ha existido, por cierto, con críticas de una época a otra. Y lo correcto no es sino
un estereotipo de lo aceptado.
Viva el superhombre capaz de ver más allá.
Pero volvamos al principio marcar unos comportamientos como
estereotipados y dejarse otros en la faltriquera va en contra de la igualdad:
con unos queremos acabar y a otros reforzar.
Hoy parece que hay que ser tristes, disciplinados,
cumplidores del deber, trabajadores, responsables, evitando expresar emociones
porque, incluso, se exige la forma en cómo debemos emocionarnos. Cómo sonreír ante
un presidente o las expresiones de júbilo inadecuadas que no deben alimentarse.
Hemos dejado de silbar, por señalar algo que me gusta;
parece estar mal visto, cuando era una expresión de alivio, de alegría, de sensaciones.
¡Qué lástima de vida tan ordenada!
Si han viajado en metro en Madrid se darán cuenta: somos
como hormigas caminando bajo unas órdenes que antes apelaban al cielo y ahora
apelan al los ofendidos de turno.
domingo, 8 de septiembre de 2024
LA HIPOTECA GENERACIONAL AL ALZA: MECANISMO DE EQUIDAD INTERGERACIONAL
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Imagen realizada por IA |
domingo, 14 de julio de 2024
LOS ERRORES EN LA GESTIÓN DE LA INMIGRACIÓN
sábado, 6 de julio de 2024
LA ILUSORIA IGUALDAD EDUCATIVA QUE NOS INCULCAN: UNA CÁNDIDA ILUSIÓN PARA CULPARNOS
domingo, 30 de junio de 2024
EL LENGUAJE COMO VEHÍCULO EMOCIONAL: QUERER O TENER
martes, 4 de junio de 2024
LA TRAMPA DE LA LEY DE DEPENDENCIA O CÓMO ENQUISTAR PROBLEMAS
de lidiar con la recurrente frase “es lo que toca” como si fuese una lotería Lo curioso es que no funciona así en todas las Comunidades, en algunas, según he podido saber, funciona de otra manera. Nadie se interesa por crear instrumentos que solucionen problemas; eso ya lo hicieron en 2006. Lo de ver si se ha hecho debidamente y se adapta a la problemática cambiante no parece preocupar. No es exclusivo de la dependencia, ocurre con otras leyes, con otras materias; nos quedamos definiendo objetivos sin analizar si hay instrumentos válidos para todos. Y, al final, si el cuidador desaparece en las heladas aguas, hundido en el abismo, quién se encargará de ellos ¿Y de los hijos del cuidador?
domingo, 7 de abril de 2024
ESPAÑA NO SE ROMPE, SE MERCANTILIZA
No, España no se rompe porque ya está descuartizada en explotaciones cargadas de nacionalismos. Otros dirán que no es cierto, pero si descendemos al común ciudadano comprobaremos que hemos dado marcha atrás en movilidad, en contactos, en perspectiva. Antaño, antes de los 2000, los jóvenes se veían obligados a moverse por toda España buscando, por ejemplo, una Universidad. Hoy, los jóvenes tienden a quedarse en sus Comunidades, primero por lo que supone de coste para los bolsillos de muchos padres, lo que redunda en beneficio de los que nos tienen exceso de recursos, si bien es un obstáculo para la experiencia; segundo, y más importante, porque en muchas de ellas suelen introducir la exigencia o posibilidad de clases en cualquier lengua cooficial. Lo mismo ocurre con las plazas públicas pertenecientes a cada Comunidad.
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Mayor renta en verde |
implica para nuestros jóvenes una inmovilidad, una falta de horizonte más allá de sus fronteras comunitarias. Yo me pregunto hacia dónde nos llevará esta cerrazón entre los muros nacionalistas que entienden lo suyo como lo mejor, lo propio, lo deseable. Como aquellos españoles que, supuestamente, gritaron vivan las caenas, así se presenta a mí el exacerbado nacionalismo, incapaz de valorar lo que implica una comunidad, cada vez mayor, de gentes con diferentes valores que se enriquecen mutuamente. Para eso hay que estar abiertos, tener la mente abierta para comprender lo que entendíamos como impropio, mente abierta para debatir, para cuestionar nuestros propios principios.
Uno puede estar orgulloso de dónde es, pero eso no implica
negar lo diferente. Resulta curioso que cuando más se habla de igualdad en el
caso del sexo, se extiende con más profundidad la desigualdad por nacimiento o
nacionalismo. De ahí que yo no me sienta orgullosa de dónde soy, de hecho, ni
siquiera lo sé; me siento orgullosa de lo que soy, de mi bagaje histórico, de
mis experiencias, porque de poco me sirve el bagaje de la Comunidad donde viví
una parte de mi existencia, de la que por cierto he tenido que salir.
Considero que se sobrevalora en demasía lo que llaman
arraigo y se desprecia el desarraigo. Creo que se debería revisar dicha
valoración dando al desarraigo el valor que tiene, el de una persona que no se
agarra a una tierra, sino a las gentes, a las personas que conviven en
cualquier lado, en cualquier sitio. Sin embargo, estamos en eso, en el
desprecio a los demás.
domingo, 17 de marzo de 2024
¿Dónde están los jóvenes?
Me pregunto continuamente; dónde está la juventud para enarbolar la bandera de la libertad; dónde está, me pregunto, porque no la escucho revolverse con hartazgo de lo que ven y lo que les espera. Y es que la juventud está muda porque le han cortado la lengua. Porque ahora son unos cuantos los que redactan sus proclamas, las que la juventud debe asumir como propias. Mientras tanto, esa juventud sufre, sin percatarse, una nueva desigualdad: la nacida del exacerbado nacionalismo que las enclaustra en sus fronteras. Ante el alza nacionalista, cada Comunidad se blinda, incluso para las plazas públicas se establece la obligación de saber este idioma, el otro o el subsiguiente.
Así las cosas, qué contacto, qué movilidad, qué aprendizaje
van a tener nuestros jóvenes sobre la diversidad de su territorio natural,
sobre los jóvenes que viven allende sus fronteras. Ninguna. Quieren que sean
una sola cosa y no crecer en perspectivas. Por qué, no lo sé. Para tenerlos
controlados, quizás.
A ello se une unos planes de educación malpensados en los
que a los jóvenes se les empuja a estudiar para trabajar, no para ilusionarse;
con planes de estudio cambiantes en las que prima más la ideología, sea del
bando que sea, más que la educación.
Dónde están los jóvenes que antaño llenaban las calles manifestándose; dónde están. Acaso ya no se puede salir a la calle a decir que no están contentos; acaso los jóvenes tienen miedo. Si es así, algo estamos haciendo mal. Yo no quiero que la juventud se calle, no quiere que vaya a los medios de comunicación a seguir las proclamas dirigidas; no quiero que unos cuantos se alcen en portavoces de ellos.
Quiero que los jóvenes se manifiesten porque entonces, sólo entonces, sabremos que no tienen miedo y que nuestra sociedad sigue caminando.
jueves, 29 de febrero de 2024
LAS SOMBRAS DE AQUELLOS JÓVENES MUERTOS
"Madrid es la comunidad donde más mayores murieron en la residencias". Vaya por delante que una pérdida siempre duele, a pesar de los años. Pero que se convierta en consigna, en una avalancha de informaciones constantes, da qué pensar. Parece que el único objetivo es tumbar a Ayuso, cuando hay muchas cosas por hacer en lugar de ocuparse de alguien. No soy votante de Ayuso, pero tengo memoria y años de experiencia con mayores y residencias para que dichas informaciones no me produzcan la alarma que intentan provocar los medios y seguidores en sus redes.
En base a la memoria quiero recordar que, en esos tiempos a los que se refieren, Madrid sufrió más que ninguna otra ciudad; porque Madrid era y es un foco de llegada, salida y viajes internos en metros y cercanías, mientras en las noticias se decía que no había problema, que la gutículas caían. Pero lo que más recuerdo, cuando todo explotó, es que murieron muchos jóvenes de los que nadie habla, ni se preocupa; recuerdo que para explicar las muertes de aquellos jóvenes se decía que tenían patologías previas y ahí se acababa la cosa. Hoy nadie rescata su memoria; de esos nadie dice nada. Se murieron jóvenes porque se tenían que morir. Los mayores no, los mayores de los que hablan no se tenían que morir, tenían que vivir más porque, supongo, no tenían patologías previas, por eso estaban en residencias.
De los jóvenes no se acuerdan los medios, ni el Gobierno, ni nadie, porque no deben rentar, salvo para sus familias ¿Por qué no hablan de esos jóvenes? ¿Por qué no hablan de esos 450 jóvenes muertos reconocidos? Sí, parecen pocos, pero eran jóvenes con la vida por delante y niños, pocos, pero niños.
Aquí lo que importa, a fin de cuentas, son los votos y machacar a la Ayuso. El bienestar ciudadano, la lógica de la vida y la supervivencia en la que se entiende que deben vivir lo jóvenes, eso no es de su incumbencia. Si se mueren será que algo han hecho mal. Pero si se mueren los ancianos no, eso hay que combatirlo.
Y esa es la tónica general. Los jóvenes poco importan. Que hay que subir las pensiones, se suben, ya pagarán los jóvenes trabajando más años, porque hay que lograr votos, que hay más mayores. Que hay que darles vacaciones, se las damos. Los jóvenes que se vayan a un concierto, pero sólo los nacidos en un año concreto.
Lo importante es que murieran mayores en las residencias, algo que ocurre cada día y en época Covid con mayor intensidad. De hecho, por aquella época, algún sanitario me comentó que en Navarra tampoco se llevaban a los hospitales, porque era necesario hacer un triaje. Lo que hizo Madrid fue amparar las decisiones que debían tomar los médicos para que no cayese sobre su conciencia. Lo que yo pensé, sabiendo que mi madre estaba en una residencia, es que pasase lo que pasase, ella no fuera al hospital a interferir. Y espero que no se me señale, ya que acarreo 20 años de cuidados de ascendientes.
Sin embargo, el triaje no importa; no importan aquellas sombras de jóvenes que murieron; lo que importa es que los mayores murieran en residencias.
¡Que futuro tiene una sociedad que pone por delante a los mayores frente a los jóvenes! Pónganse en situación: llega un chico de 15 años y un señor de 80 en las mismas condiciones ¿A quién salvarían? Hay quienes empezarán con disquisiciones filosóficas, pero no el tiempo corre en ciertos momentos. Así es de crudo y así fue. Dirán que es discriminatorio, edadismo, nazismo, incluso. No, no es eso; es que a veces la realidad nos da un tortazo y nos pone en su sitio. En el sitio que vivieron nuestros ancestros y en el lugar natural del que vinimos. Y conste que, a veces, se decide por el que más posibilidades tiene de salir.
No digo que no mereciesen atención, que hay que andar con pies de plomo hoy en día, sino que este debate está soslayando uno más importante ¿Cuándo se va a hablar de ese futuro en el que los padres mayores no tendrán familia porque tienen un solo hijo? Pretendemos que ese hijo hipoteque totalmente su vida en pro de sus padres. Se responderá: ellos te cuidaron, ahora te toca. Ese es lo que toca, es muy duro, se lo advierto. Porque esto no es una lotería. Además, acaso los padres tienen hijos para que les cuiden. No, eso es ser egoísta. Pero ese debate no está encima de la mesa. No renta hablar de algo que es complejo y crudo.
Y porque es crudo y complejo, me parece denigrante la insistencia en este debate que algunos medios de comunicación parecen explotar a costa de esos padres que perdieron a sus hijos y que todavía ven su sombra en las paredes de su habitación y en su memoria. Ni siquiera puedo imaginarme lo que pueden sentir.