miércoles, 25 de septiembre de 2013

Y ¿QUIÉN NOS DEVUELVE LA DIGNIDAD, SEÑOR RAJOY?

El Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, nos ha dado un regalito a los trabajadores públicos (funcionarios y personal laboral, que no es lo mismo): no nos van a quitar este año la paga extra. Ya hemos hecho un gran esfuerzo, ha dicho. Mire, señor Rajoy, yo ya dije en su día que a mí no me importaba que me bajaran el sueldo (véase 30 de mayo de 2010 “Cuando veas las barbas de tu vecino”), siempre y cuando fuese destinada a quien creo que debía estar destinada: a las personas que estaban pasándolo mal, sean o no parados. Pero no fue así. Y ahora usted me viene dando un regalito, sin pensar que durante todo este tiempo ha estado, usted y los suyos, pisoteando al trabajador público, vilipendiándolo, sugiriendo que había demasiados, que no trabajábamos, que no producíamos, que vivíamos de la sopa boba. Y ahora la gente nos ve como unos privilegiados, que estamos ahí y no nos lo merecemos, que debíamos ir al paro como hay tantos otros… Y es usted y los suyos los que han provocado eso. Y, ¿ahora me viene con el regalito de la paga extra..? Porque no nos sobra a los trabajadores públicos, que si no, se la podía meter por….

Y esa es otra, porque aquí todo el mundo cree que el trabajador público es uno que está en una oficina, a cubierto. Y no señores, aquí hay de todo, y muchos de los sueldos de los trabajadores públicos, publicados en el BOE, para el que quiera verlos, y sin dietas, transparencia total, son míseros. Los trabajadores del Estado pueden cobrar la mayoría unos 1.100/1.200, de media, aunque muchos bajan hasta 700. Claro que hay quien cobra más, pero el grueso no es ese. Hoy eso parece mucho, pero hay padres de familia que deben buscar un segundo empleo para tener suficiente. Le voy a poner un ejemplo, yo misma, por hacer 7 noches al mes cobro un plus de 30 euros frente al que no las hace, incluido el trabajo del 24 o el 31 de diciembre por la noche. Ni un euro más por hacerlos, que siempre nos toca.

Y estoy de acuerdo. Hay trabajadores públicos que, a veces, se echan un poco a la bartola. Como en cualquier lugar y empresa. Y dirán, pero a los demás los echan. Ya, pero es que hay mecanismos para hacer expedientes a los trabajadores públicos, que la administración maneja como quiere y según quiere. Normalmente, los políticos echan la culpa a los sindicatos que obstruyen cualquier diligencia contra los trabajadores públicos. Pero, realmente, son ellos, la propia administración quién lo consiente, porque le interesa. Así, si el trabajador le cae bien, o, como pasa en los Ayuntamientos, es del pueblo, ancha es Castilla, que me traiga votos y me haga favorcillos; y si le cae mal, o no le pasa actuaciones indebidas ya puede verse con sanción de empleo y sueldo. Es decir, ustedes, señores, intentan manejar constantemente al trabajador público según su conveniencia, porque lo que les importa es que esté a su servicio y no al del ciudadano. Y eso es lo que están intentando hacer: desprestigiarnos. Han dicho que no éramos necesarios, porque lo que quieren es que seamos trabajadores privados a su servicio.
Y la gente, el común de las personas, que lo está pasando mal, les cree, porque ven que tienen un empleo fijo. Y así han conseguido matar dos pájaros de un tiro: desprestigiar al trabajador público (para dominarlo) y dividir a los trabajadores.

Y como la información es algo que a su partido, a sus socios en otras Comunidades, como UPN, y a la propia sociedad, hay que reconocerlo, le trae sin cuidado tienen abonado el campo para que la borrasca no vaya con ustedes y nos la echemos en cara entre nosotros.

Pero, señor Rajoy, y compis, el engaño no se puede mantener siempre.

lunes, 9 de septiembre de 2013

BOFETADA DEL COI A LA AUSTERIDAD

A lo mejor es una reflexión interesada, pero lo que saco en claro del sábado es que el COI le ha dado una bofetada a Madrid y a España en su política de austeridad. En este caso, ¡bravo por el COI! que nos ha abierto los ojos. Por mucho que digan que es un nido de intrigas, que no lo niego, ni lo sé, no le faltan razones para su decisión. Porque mucha cara tiene que tener un país para ir a pedir los juegos olímpicos, reclamando la amabilidad, el olimpismo de Madrid, la deportividad y todo eso que se dice sin saber, y luego la Comunidad internacional se tenga que desayunar con que los deportitsas españoles llevan meses sin cobrar el ADO, que medalllistas olímpicos estén viviendo con sus padres, que los deportistas españoles tengan que pagarse su billete de avión para competir en una cita internacional, que cada vez hay menos ayudas a los deportes minoritarios, que nos ponemos la bandera fácilmente, pero la olvidamos cuando hay que rascarse el bolsillo en cosas que no dan más que prestigio y no royalties. Yo también confiaba, pero no puede ser. ¿Cómo van a apostar por Madrid con un proyecto barato de andar por casa, si al lado tienen otro que apuesta por la tecnología, la investigación? Es como si por el mismo precio le dan a elegir entre un pequeño Hostal con lo mínimo, pero acogedor y un hotel de 5 estrellas. No me digan que elegirían el hostal que no me lo creo.
Y no hablemos ya de los coj..Tokio tuvo la decencia de empezar a hablar por donde había que comenzar, por su problema principal, por su talón de Aquiles. No eludió el tema, como hizo Madrid, que se empeñó en hablar de lo bien que hacemos todo.
Y luego que nos venga Montoro y su trup diciendo que el mundo entero les dice lo bien que lo hace España. ¡Ya veo, ya, lo bien que lo hacemos! ¿Será que no pillan lo del idioma y entienden mal?

miércoles, 4 de septiembre de 2013

HIPOCRESÍA INFORMATIVA

Pretendía no escribir por un tiempo, pero para ello voy a tener que dejar de oír la radio o alguna radio que me sulfura. Sin embargo, creo que está bien escuchar de todo, porque de ese modo uno se hace su propia opinión, contrastando argumentos de unos y de otros; desmontando, quizás, en su cabeza, unos y otros.

Y me parece esencial, justamente eso. Muy al contrario de quienes piensan que a la hora de reducir gastos hay que cargarse la televisiones públicas que, no es que sean de mi devoción, pero hacen su función. Cierto que se puede hablar de excesos, pero, como siempre, quienes hablan, ubicados en sus pedestales, bien repletos sus bolsillos, olvidan cuál es la profesión que, supuestamente, les vio nacer, o les alimenta y les engorda sus bolsillos.

La información. Parece algo baladí, secundario, y manejado, por muchos, quizás poco profesionales. Algunos dirán, (ya lo estoy oyendo) y ¿tu a qué vienes a hablar de esto si te fuiste del periodismo a la política? Por eso mismo. Porque la información es el “cuarto poder” más maltratado. Y, lo más importante, porque ambas implican un compromiso social. Lo malo que es el cuarto poder menos poder, puesto que, en muchas ocasiones depende de la política y, en la mayoría, de la economía.

Quienes hablan desde ese pedestal olvidan que la información es mucho más que lo que ocurre en un país o en el mundo. Olvidan que hay una información local y regional necesaria para el ciudadano. Más que necesaria, esencial, porque le repercute directamente. Sin embargo esa información dista mucho de ser comprometida con los objetivos de la profesión, dista mucho de poder ser independiente porque está regida, casi en exclusiva, por términos económicos, como gusta a nuestra derecha. Esa derecha que pretende que todo dependa de la iniciativa privada: sindicatos, becas, ayudas, pensiones...Y si no hay dinero, porque eres un sector poco afín a los poderes económicos, pues a tomar por saco. Al final, no hay información, de calidad. Eso, unido a que en este país los ciudadanos carecemos de cultura informativa y democrática, nos conduce a un panorama desolador informativamente hablando, que sólo las redes sociales parecen haber solventado, en parte. Y digo en parte porque el exceso de información y opinión, sin tratamiento previo, sin argumentos o sin sustento de hechos acaba siendo, simplemente, un griterio universal.

La información precaria o chabacana es otro de los grandes problemas y su causa proviene tanto del emisor, (periodista/empresa) como del receptor (el ciudadano). En Navarra, por ejemplo, es muy habitual que los medios de comunicación se dediquen a recoger la información que se les ofrece y difundirla, olvidando una parte, para mí muy importante, que es el tratamiento informativo. Esto no significa tergiversar, sino cotejar las informaciones que se han dado con otros datos, hechos o argumentos que se puedan obtener de otras fuentes que no sea la interesada que ha ofrecido los datos. Luego está la Informacion de pandereta, muy, muy habitual en Navarra en la que lo que importa no es la información en sí, que no aporta nada, sino el protagonismo que se le da a algo o a alguien (tipo fulanito ha recogido una calabaza de 60 kilos, mira que es desgracia).

¿Por qué, creo, que ocurre eso? Cualquier medio que intente profundizar en informaciones se verá obviado económicamente hablando. No es bien visto en los foros económicos. Pero lo curioso del caso es que muchas veces esos medios, esos periodistas reciben el aliento y el ánimo de personas y empresas que, después, jamás públicamente les apoyarán sea con la palabra o con publicidad que les haga seguir adelante

Es esta hipocresía tiránica la que no está conduciendo a la más absoluta pobreza informativa. Como esos hipócritas en sus pedestales que quieren destruir los medios desde el púlpito de un medio de comunicación.