sábado, 22 de marzo de 2014

ANTIHÉROES

Siempre he confesado mi debilidad por la Generación del 98, sobre todo por Unamuno, Pio Baroja o Valle Inclán. Y hoy tengo la sensación de que esa Generación podría estar de nuevo vigente. Aquellos años de derrota, de una sociedad sin horizonte, se repite; la historia se repite y la sociedad se impregna de antihéroes cuyas vidas son más ejemplares que las de los propios héroes. Al menos, a mí me atraen más los antihéroes, porque esos antihéroes llegan a esa condición, habitualmente, por reflexionar sobre cosas que no debieran tener importancia, por ejemplo, la felicidad. Una felicidad que hemos constreñido bajo las normas de la correcta felicidad.

Por eso vuelvo a releer a mis amigos del 98 y encuentro que nada ha cambiado. Es bueno releer porque en la relecturas encuentras nuevas perspectivas, porque tú mismo eres distinto. Te han pasado cosas.

Releo a Valle Inclán en su Tirano Banderas y encuentro no pocos detalles que recuerdan nuevos tiempos. Pero no quiero hoy reflexionar. Quiero invitar a la reflexión con estos autores y algunos retazos que  cualquiera le traeran semejanzas.

Por ejemplo cuando el Director-propietario del periódico “Criterio Español” le dice al periodista que cubre un acto político en el que se reivindicaban derechos sociales e individuales “Nosotros no podemos decir que el público premió con una ovación la presencia del licenciado Sánchez Ocaña. Puede usted escribir: los aplausos oficiosos de algunos amigos no lograron ocultar el fracaso de tan difusa pieza oratoria, que tuvo de todo, menos de ciceroniana”.

O cuando momentos antes se señala “el Gobierno del General Banderas, con la autorización de esta propaganda, atestigua su respeto por todas las opiniones políticas”. Aunque, poco después, el acto en cuestión es boicoteado por los agitadores de Banderas, para conseguir que acabe en un altercado, justificando así lo que habitualmente dicen los potentados personajes de los que defienden las libertades y derechos de la gente: unos alborotadores.

O, aún más, en otra frase contundente “los principios humanitarios que invoca la Diplomacia, acaso tengan que supeditarse a las exigencias de la realidad Palpitante”. ¿NO les suena a algo?

Y podríamos seguir tomando apuntes de aquí y allá y veríamos cómo acabamos mendigando como Max Estrella o con el desaliento de Andrés Hurtado.