domingo, 30 de mayo de 2010

CUANDO VEAS LAS BARBAS DE TU VECINO CORTAR...


Como trabajadora de la Administración General del Estado, estoy de acuerdo en que me bajen el sueldo un 5% para colaborar en la mejora de la situación de otras personas y con el fin de que los objetivos sociales a los que se ha llegado en estos últimos años: aumento de las pensiones, dependencia...no se vean obstaculizadas por esta crisis. Ahora bien, estoy de acuerdo siempre y cuando se hagan otras cosas y se vaya, de una vez por todas, al origen del problema de esta crisis. Una crisis que, ya se ha dicho hasta la saciedad, pagan los trabajadores, mientras que quienes la han propiciado, véase especuladores, banca y empresarios sin escrúpulos a la caza del dinero fácil, se van de rositas.

A los trabajadores les toca sufrir las colas del paro, la reducción del salario y el tener que oír la maldita consigna de la reforma laboral y el abaratamiento del despido como si eso fuera el sancta sanctorum, la gran solución, la leche de las medidas anticrisis. Tú haces una reforma laboral para echar más fácilmente a los trabajadores y ¡Oye! Mano de santo. Sin embargo, yo siempre he oído a los empresarios, a los buenos empresarios que arriesgan e invierten, que prefieren una plantilla fija y bien formada, en la que confían, que un vaivén continuo de trabajadores que van y vienen- Entonces, ¿quiénes están tan interesados en la puñetera reforma laboral con el único objetivo de abaratar el despido? Pues los mismos que han propiciado la crisis: aquéllos que insistían en dejar suelo libre para construir y construir vivienda con ejércitos de inmigrantes, mano de obra barata; la banca que prestó sin control y a la que todos tuvimos que ayudar y muchos “empresarios” surgidos de repente con la bonanza económica que, como buenos españoles, viendo dinero fácil y rápido, se montaron constructora o empresa auxiliar y a fabricar tabiques a mogollón. Pero, sin previsión, gastaron en pisos, coches de lujo, segundas viviendas todo a nombre de empresas filiales, sin pensar en reinvertir parte de ese dinero en diversificación o especialización para el futuro. Y claro, llegó la crisis; los trabajadores a la calle y como la responsabilidad limitada abarca 3.000 euros, pues todo lo demás que se lo coman con patatas. Y ya está armada, porque el primero que suspendió pagos, dejó un reguero de impagos sobre otros que, a su vez, hicieron lo mismo, llevándose por delante a pequeñas empresas que estaban instauradas desde hace años. Y, entonces, ¿por qué nadie habla de una reforma de la Ley de Sociedades? Al menos se abordó, hace poco, uno de los aspectos más sangrantes de la economía española: el pago a 90, 120 días, cuando me dé la gana. Porque es cierto que hay que fomentar y apoyar al empresariado, pero al de verdad, al que crea riqueza y empresa, y no va en busca del dinero fácil y rápido que acaba siendo improductivo y llevándonos a donde nos ha llevado. Otra de las cosas que está por hacer es algo derivado de esto último ¿Dónde está todo el dinero que se ha ganado en estos últimos años? Porque ha habido gente que ha ganado mucho, pero mucho dinero, pero no ha hecho nada con él, nada que sea productivo, salvo frotarse la barriga.

Hay muchas más cosas que hacer que echar a los trabajadores; es verdad que eso propiciaría,(aunque está por ver), que entraran algunos que están en el paro en el mercado laboral al salir otros, habiendo así una rotación. El problema es que al empresariado de verdad, al que crea riqueza, nunca le ha gustado eso. Entonces, ¿quién quiere eso? Insisto, muy simple, el que quiere que los sueldos vayan para abajo, el que quiere que los propios trabajadores se enfrenten entre sí, se hagan competencia entre ellos, pero no en la efectividad, sino en el precio de su trabajo. Es decir, cuando veas las barbas de tu vecino...