sábado, 23 de junio de 2012

Pobrecitos de nosotros


Sí, pobrecitos de nosotros porque nos están friendo y sin patatas. El caso es que esto de la crisis no hay quien lo entienda. Unos no reconocieron la crisis a tiempo, creo que pensando que el admitirla conduciría a una mayor crisis de confianza y, por tanto, ahondaría la dichosa crisis. Quizás se equivocaron. Lo admitieron, sí, porque la crisis siguió con confianza, con desconfianza, con optimismo o sin él. Luego llegaron los otros. Estos no es que admitieran la crisis, es que nos ponían los pelos de punta y decían que esto era un caos, que no podía ser, que estamos muy malitos. ¡Vamos! Que uno tenía y tiene pánico al escucharlos. Lo malo es que con ese discurso del miedo tienen argumentos suficientes para hacer lo que quieran con nosotros. Y ahí nos tienen crucificados. El caso es que medida va, medida viene, o más bien, recorte más recorte, los mercados, aun encima, tienen menos confianza en nosotros y nos dicen que nos vamos a más paro, más pobreza y menos producción.
Y, ahora, el Gobierno parece que empieza a decir que las cosas no están tan mal. Algunos Gobiernos de Comunidades Autónomas, y no miro a nadie, dicen que es deslealtad hablar mal de las cuentas. Y luego, mantienen, esto se puede arreglar con cuatro recortes más, pero que hay que sacrificarse. Deberían decir tenéis que sacrificaos.
Pero la cuestión no es esa. Aquí lo que no entiendo es lo de la deuda ésa. Porque resulta que yo pensaba que la gente cuando invertía en bolsa, en bonos o lo que fuese, lo hacía para ganarse un buen pellizco, cuanto más mejor. Pues no, miren, las cosas han cambiado. Resulta que el bono alemán, que está en negativo, es decir que si inviertes te devuelven menos, es más apreciado que el bono español que si inviertes te devuelven de entre un 1 al 5% o más. ¿A que esto no es normal? ¿A que nos hemos vuelto locos? ¿A que nos quieren invadir otra vez los alemanes dejándonos sin parné? Invadir la parte no invadida, que alguna zona de España debe andar ya bien servida.
Bueno el caso es que me parece que voy a tener que volver a coger el tocho de economía que me enseñaron en la Uni y repasarlo.
Porque, a ver, ¿qué puñetas hay que hacer? Lo uno no funciona, lo otro tampoco. Nos queda pensar que hay quien nos quiere joder un rato largo. No te queda mas que maldecir a esos bárbaros del norte que son unos aburridos que no veas y decirles ¡vale! Pero sabes que te digo, que me quiten lo bailao. No te alivia las penas ni el hambre,  pero un regusto sí que da..

domingo, 10 de junio de 2012

He aquí una cobarde


Yo me declaro agnóstica unamuniana. Hay quien dice que eso es no declararse nada, ser un cobarde. Bueno, pues vale. Me declaro cobarde agnóstica, pero agnóstica a fin de cuentas. Cuando leí “El sentimiento trágico de la vida” allá por la adolescencia, me quedé marcada porque reconocí en sus palabras todos aquellos sentimientos que uno tiene entorno a la vida y esa lucha sin cuartel entre la razón y el corazón. El debate continuo de la vida. En esa misma lucha de esos dos conceptos que el hombre posee es donde radica el agnosticismo. Si eso es cobardía, admitir a ambos, admitir el debate, la contradicción, el pensamiento contrario, pues aquí está una cobarde. Porque la razón no puede eludir el evolucionismo y la muerte física, y el corazón es imposible que obvie su propio ser, el sentimiento de algo mayor: la vida. Una vida que es, no nos engañemos, algo tan casual, tan armonioso, tan extraño que solamente podemos pensar que no estamos solos, pero podemos estarlo.
Supongo que alguien dirá: ¿y a qué viene todo esto? Pues a que mi hijo comulgó por la Iglesia, que no puede haber otra forma, aunque sí otras formas. Me resulta curioso que Jesús siempre fuese humilde ante los demás y nosotros hagamos todo un montaje ante una cuestión tan sencilla como asumir sus enseñanzas, los valores que Jesús defendía y que pocos pueden menospreciarlos, puesto que son esenciales a la naturaleza humana. Montaje que, en realidad, achacamos a la Iglesia, pero que promovemos nosotros, aunque con el beneplácito de la misma.
Bien es cierto que la Iglesia tiene algunas cosas como ese apego al “siempre ha sido así”, a la tradición que no soporto, porque de esa forma todavía seguiríamos quemando libros, por no decir carne humana en la plaza pública con el aplauso de todos. Por eso quien dice si entras, entras con todo lo que conlleva, como dice la Iglesia, les diría que menos mal que ha habido gente que no ha pensado como ellos, que si no pobres de los que leen que aún seguirían ardiendo en la plaza pública.
Y a los que se preguntan la razón de que una agnóstica comulgue a su hijo: porque pienso que es mejor vivir en la esperanza y porque considero que los valores de Jesús, de él, no de sus seguidores, son universales.