Por mi parte, lamento esos temas bandera porque no veo que
marquen un futuro claro para muchos ciudadanos, una apuesta más contundente por
sectores con mayor valor añadido. Sobre todo, lo lamento porque nunca ha
existido un debate claro sobre estas cuestiones, salvo las máximas repetidas de
futuro.
El tren de alta velocidad quizá sirva para que los jóvenes
se marchen más rápidamente de Navarra o tengan la posibilidad de visitar a sus
familiares de forma más rápida. Entiendo que apostar por el ferrocarril como
alternativa al transporte de mercancías es una buena opción. Pero yo intento ir
más allá y preguntarme qué mercancías: automóvil y productos agrarios y
transformados. Es decir, lo de siempre. Navarra no mira por desarrollar nuevos
sectores desde donde se diversifique el tejido industrial o tecnológico.
Por su parte, el Canal de Navarra tampoco ha sido objeto de
debate en estos partidos puesto que consideran que, por sí mismo, es la
panacea. Y sí, el Canal es necesario, como así lo reconoce la Ley de Aguas,
para dotar a la Ribera de un agua de calidad, pero podría replantearse el
proyecto, teniendo en cuenta la inversión necesaria, que recae sobre los
propios agricultores que tendrán que pagar la infraestructura y su mantenimiento y el cómo repercutirá esto en el precio final de los productos.
No me gusta cuando se hurtan los debates en base a las
máximas de a favor o en contra. Hay matices, pero aquí no cuentan.