jueves, 31 de octubre de 2013

ESPAÑA ES UN CAMINO

ESPAÑA. Cuánto se habla de España últimamente. Y ¿qué es España? Hay quienes parecen saberlo muy bien. Aquellos que ponen el acento en la primera “a”, pero que están anclados en la España de hace sólo un siglo. Pero España, para mí, es otra cosa. Es mucho más o casi no es nada. Porque España es ayer, es hoy y es mañana. España es ayer, construida por visigodos, celtas, iberos, romanos, árabes; y castellanos, leoneses, aragoneses, andaluces, navarros o catalanes; y portugueses y franceses. Y es odio y rencillas, alianzas y enfrentamientos, envidias, traiciones, privilegios y dones; es guerra y paz, es barbarie y es cultura, es rencor y venganza, es bravura y orgullo, unión, desvelos y ansias, tratados y acuerdos rotos, es admirable y vergonzante. España es unos y otros.

Es todo eso que fue y que es hoy. Porque España está hecha de lo mismo, de la envidia, del rencor, de la pasión y de la razón.

Porque España es un camino. Y hasta que no logremos comprender que es eso, hasta que no se entienda que España es algo vivo, construido y  en construcción, nunca podremos entender a esta España nuestra, tuya y mía, que vuelve a estar hecha de acuerdos y alianzas.

Y es que, al final, a todos celtas, árabes y romanos, se nos nota que somos españoles.

lunes, 7 de octubre de 2013

UNA MADRE AGARRADA A SU HIJO

Y Europa pensando en cómo financiar bancos, en cómo apretar más en austeridad. Mientras, en Lampedusa una madre moría agarrada a su hijo, una madre y muchos más. Me niego a pensar que a nadie se le encoja el corazón pensando en esa madre agarrada a su hijo, luchando por un futuro para él. Muchos pensarán que por qué puso en riesgo la vida de su hijo. Habría que pensar qué estará pasando en su país. Estamos tan obcecados con nuestros problemas que no vemos que nosotros, a pesar de todo, seguimos siendo privilegiados. Por eso, no entiendo ese pensamiento que sentencia que hay que ayudar primero a los de aquí y luego ya veremos si queda para los de allí.  Comprendo, pero no me entra en el corazón. Sobre todo cuando algunas de esas personas que dicen eso critican a quien se empeña en defender también a los de fuera, a esos países siempre en guerra, cuyos habitantes no tienen donde morir siquiera. Comprendo que quieran atender primero las necesidades de los de aquí, pero no entiendo que critiquen a los demás. Y se lo aseguro, eso existe.

Esa madre agarrada a su hijo, se me parte el alma. ¿Acaso no haríamos cualquier cosa por nuestros hijos? ¿Acaso no lo están haciendo las madres de aquí, que luchan por sacar a sus hijos adelante? ¿Es que los mandatarios europeos no tienen corazón? ¿Acaso lo han perdido en la bolsa? Esa gente no tiene quién les proteja. Los de aquí tenemos nuestros vecinos, organizaciones, bancos de alimentos, gente altruista…. En cambio ellos no tienen nada de eso donde apoyarse, no tienen organizaciones, tienen más bien vecinos que los matan, gobernantes que los exprimen.

Pero, ¡qué importa lo que hablemos, lo que digamos! Como ha dicho un submarinista en Lampedusa, esa imagen de una madre agarrada a su hijo, sin querer soltarlo, muriendo con él ¿no es suficiente?