Mientras, un sector de los socialistas sigue a la greña sobre quién
está o no en el aparato. Si es que ¡qué obsesión tenemos con el dichoso
aparato! En suma, el aparato no es más que el reflejo de lo que hay en el
interior. Y en el interior hay un montón de buenas ideas revueltas a las que
nadie pone orden, porque el orden significa que alguien ordene y el que ordena
manda y el que manda es un aparato y vuelta a empezar.
También está el sector socialista
más radical que quiere reformas contundentes a las que, aunque el partido no
debe renunciar, considero que deben ir acopladas a los tiempos y a la sociedad
en que vivimos. Por ejemplo, el debate sobre República y Monarquía, pues no lo
veo esencial a la hora de salir de la crisis. Otra cosa son los planteamientos
nacionalistas, muy curiosos, porque en algunos sitios se juntan los
nacionalistas (que suelen tirar para la derecha) y la izquierda radical o bien
colaborando (véase Cataluña o País Vasco)
o bien como complemento esencial, (véase Navarra). Lo curioso del caso es que
todos apelan a la historia, y los veo en esa actitud superior diciendo “mira
con quién estás hablando que yo he sido Reino y he sido importante y yo, yo, yo…
Comunidad soy la leche”, sin tener en cuenta que todo lo que ganó fue
arrimándose al Rey adecuado, que ganó en aquel momento la discordia que
dominaba por estas tierras sembradas de privilegios reales.
Luego está el problema mayor, que
no ocurre nunca en la
derecha. Son los socialistas que se llaman tales, pero que
tienen un complejo enorme. Complejo que les viene porque al final se han creído
lo del deber ser y el “siempre ha sido así” (que en una democracia tan joven
eso es peligrosísimo) y el dejarse llevar por unas estructuras dominantes que,
habitualmente, son las que han mandado en otros tiempos. Estas estructuras no
son sólo financieras, tenemos otras muy reconocibles como la Iglesia con
mayúsculas, y otras no tanto, pero que perviven. De hecho, en la Conferencia Política ,
con buen criterio, se restringió el tema de la apertura de elección de
candidatos por la influencia que pudieran tener en muchos municipios. Es decir,
hay unas estructuras latentes, no reconocibles, pero existentes. Estas se
pueden localizar muy bien en los pueblos de España, algunos siguen anclados en
costumbres de los tiempos gloriosos de “Espaaañá, con acento”. Se trata de
grupos “queda bien” que hacen de todo con el dinero de todos. Es decir, no hay
que irse a grandes grupos financieros para hablar de poder; este poder se
encuentra también en la sugestión, en el “majico que es” como dicen por mi tierra
o en la pervivencia de aquellas “Damas” que cantaba Cecilia, que dedican su
tiempo a ser reflejo de caridad y buen hacer. Y la institucionalización de la caridad supone, ni más ni menos, que el reflejo de la derrota de una sociedad que privilegia a unos en detrimento de otros. Por eso, no puedo evitar dejar algunas
frases de esa canción pues todavía son reflejo de hoy:
“Puntual cumplidora del tercer
mandamiento. Algún desliz inconexo. Buena madre y esposa de educación religiosa.
Y si no fuera por miedo, sería la novia en la boda, el niño en el bautizo, el
muerto en el entierro, con tal de dejar sello. Conversadora brillante en cóctel
de 7 a 9 :
hoy nieva, mañana llueve, quizás pasado truene. Envuelta en seda y pieles. Devoradora
de esquelas, partos y demás dolores. Emisora de rumores, asidua en los sepelios
de muy negros lutos ellos. El sábado arte y ensayo, el domingo en los caballos,
en los palcos del real, los tés de caridad. Jugando a remediar, es una...Dama,
dama”.
Pues eso, que algunos llamados
socialistas se dejan llevar por estas engañosas estructuras. Otros, me consta,
que están luchando contra ellas en muchas partes de esta España, sin acento.
Y en esta tesitura entre grandes
poderes y pequeños poderes me parece que hace falta alguien que de un puñetazo
en la mesa y diga “¡ya está bien de tanta soflama, farándula, soplagaitas,
fiesta pagada y patrias”.
Los socialistas debemos tener
claro una cosa y es que nuestro objetivo es la justicia y equidad, en base a la legalidad. Y si ésta
nos parece injusta, decirlo e iniciar lo que sea para cambiarlo. Sabemos que un
médico va a cobrar más que un albañil, su trabajo estará remunerado de forma
diferente, pero sólo eso, su trabajo. Como personas ambos somos iguales en la
sanidad pública, en la educación pública, en la justicia publica y ante la
administración pública, iguales. Claro que en la sanidad privada, en la
educación privada, etc el que pague tendrá, seguro, más derechos. Pero en la
pública no, Por tanto, es indispensable, irrenunciable el derecho, el deber de
lo público y, por tanto, si queremos igualdad no vamos por bien camino si el
que tiene dinero tiene derecho y el que no, no.
Y no entiendo qué les pasa a los
españoles que no lo defienden, porque le dicen que es difícil mantenerlo
económicamente. Pues miren, búsquense ustedes la vida y si no se largan. Porque
hacer una sociedad injusta es lo más fácil del mundo, duró hace bien poco unos
40 años.
Y así, entre unos que si mando,
que si no mando, y otros dominados y acomplejados, pues ¡hala! Aquí seguimos
con el “viva la caenas”. Y a seguir como hasta ahora, como ha sido siempre en
esta puñetera historia de España, el pueblo a comer de la sopa boba y unos
cuantos el caviar.