viernes, 17 de septiembre de 2010

Lo que nos viene encima, además de la reforma

 ¿Qué habremos hecho los españoles para merecer esto? ¿Será que somos los europeos con mayor número de chorizos por metro cuadrado? ¿Tan latinos que queremos ser ricos sin pegar palo al agua? Lo cierto es que, sea como fuese, vamos a tener que soportar esta reforma laboral, en la que no sólo se abarata y facilita el despido, sino que se da poder al empresario para variar horario, turnos y salario, lo que se da en llamar flexibilidad laboral. Pero flexibilidad de ida, en beneficio del empresario, que no de vuelta. Y si, por un casual, las cosas, según algún analista experto internacional, puede que vayan a tener una evolución negativa, todo lo que haya podido aportar el trabajador como ideas o mejoras, ahí se queda. Entonces despido expres y listo.
Pero lo peor de todo es que esos malditos analistas internacionales tienen hoy el poder político en sus manos y pueden poner y quitar gobiernos, dando tortazos a las economías de los países que no son de su agrado. Y, quizás, es lo que le espera a este gobierno que acabará identificado con la crisis y la indecisión e imprecisión de quien no puede hacer nada.
Porque en eso estamos, a la espera de que llegue otro Gobierno acorde con los lobbys internacionales, que están deseando que se creen en España otras condiciones laborales más flexibles, porque, dicen, el mercado laboral español es muy rígido. De hecho, desde la oposición ya se señaló en el debate sobre la reforma que hay que tender hacia una reforma “que cree empleo” y para ello es necesario “más flexibilidad interna del empleo, más movilidad funcional y geográfica y un acercamiento de la negociación colectiva a las empresas, es decir, que esta se haga en cada empresa”. ¡Vaya, qué bonito queda! Palabras todas ellas muy positivas, flexibilidad, movilidad, acercamiento. Pero ya sabemos todos lo que implican todas ellas. La actual reforma ya las plantea. Lo que no sabemos es qué más se puede hacer con ellas, a qué extremo se puede llegar con ellas. Porque aunque parecen positivas lo que pueden hacer es algo totalmente en contra del trabajador.
Esa flexibilidad, que lamentablemente perdemos con la edad, nos la dan alegremente en el trabajo y si con la actual reforma nos pueden variar el salario y los horarios a conveniencia del empresario, ¿cuál es el paso siguiente que nos pueden plantear? ¿Trabajar 12 y cobrar 6 (aunque eso ocurra ya, pero esta vez con el beneplácito de la Ley)? Es que, ¡mira que es rígido el mercado laboral español! que impone tener un contrato y unas horas de trabajo, además de un salario, ¡la leche!
Y el acercamiento. ¡Qué hermosa palabra! Acercarse el empresario al trabajador sin sindicatos de por medio que impongan rigidez a las conversaciones. Mucho mejor, hablar de tú a tú y terminar con el “aquí se hace lo que yo mando y digo, y se acabó”. Mucho mejor..., se ahorrarían un montón de horas de conversaciones inútiles sobre condiciones laborales que no llegan a ningún sitio y que hacen que el mercado laboral español sea muy rígido, porque supongo que con rígido se refieren a eso.
A eso y a que en España hay unos sindicatos muy aprovechados que viven del cuento y no hacen nada por lo parados, ni por la economía y unos trabajadores que muchas veces se aprovechan de los empresarios y se cogen unas bajas descomunales. Pero, aunque ambas cosas sean ciertas, no son generalidades. Porque gracias a los sindicatos los parados, cuando encontrasen trabajo hubiesen tenido, unas condiciones laborales dignas. Y, por otro lado, nadie habla de esos trabajadores que no se han cogido una baja en años y han acudido a trabajar incluso con 39 de fiebre; esos, que son mayoría, pero de los que a nadie les interesa hablar.
Porque lo mismo se puede decir de los empresarios. No todos se dedican a explotar al trabajador, metiéndoles más horas de las pagadas. Y lo mismo se puede decir de los políticos, no todos tienen, por ejemplo, hermanos bien colocados en empresas constructoras bien contratadas por la Administración Pública, o, en el caso de los Ayuntamientos, no todos hacen oposiciones restringidas para ya se sabe quién.
¿De dónde ha venido toda esa parafernalia contra los sindicatos y esa idea de que las negociaciones colectivas son contraproducentes?. Pues esas opiniones suelen venir de unos señores extranjeros pertenecientes a esas empresas con nombres rimbombantes que no se dedican a nada concreto, sino a opinar de la economía y a especular. Esas empresas que fueron las que nos condujeron a la crisis, pero cuya opinión, ahora, importa mucho, sobre todo, al Presidente de los empresarios, el señor Díaz Ferrán, empeñado, él, en crear empleo.
Así que, como decía Machado, “españolito que vienes al mundo, te guarde Dios, una de las dos Reformas, ha de helarte el corazón... y el bolsillo”.

domingo, 30 de mayo de 2010

CUANDO VEAS LAS BARBAS DE TU VECINO CORTAR...


Como trabajadora de la Administración General del Estado, estoy de acuerdo en que me bajen el sueldo un 5% para colaborar en la mejora de la situación de otras personas y con el fin de que los objetivos sociales a los que se ha llegado en estos últimos años: aumento de las pensiones, dependencia...no se vean obstaculizadas por esta crisis. Ahora bien, estoy de acuerdo siempre y cuando se hagan otras cosas y se vaya, de una vez por todas, al origen del problema de esta crisis. Una crisis que, ya se ha dicho hasta la saciedad, pagan los trabajadores, mientras que quienes la han propiciado, véase especuladores, banca y empresarios sin escrúpulos a la caza del dinero fácil, se van de rositas.

A los trabajadores les toca sufrir las colas del paro, la reducción del salario y el tener que oír la maldita consigna de la reforma laboral y el abaratamiento del despido como si eso fuera el sancta sanctorum, la gran solución, la leche de las medidas anticrisis. Tú haces una reforma laboral para echar más fácilmente a los trabajadores y ¡Oye! Mano de santo. Sin embargo, yo siempre he oído a los empresarios, a los buenos empresarios que arriesgan e invierten, que prefieren una plantilla fija y bien formada, en la que confían, que un vaivén continuo de trabajadores que van y vienen- Entonces, ¿quiénes están tan interesados en la puñetera reforma laboral con el único objetivo de abaratar el despido? Pues los mismos que han propiciado la crisis: aquéllos que insistían en dejar suelo libre para construir y construir vivienda con ejércitos de inmigrantes, mano de obra barata; la banca que prestó sin control y a la que todos tuvimos que ayudar y muchos “empresarios” surgidos de repente con la bonanza económica que, como buenos españoles, viendo dinero fácil y rápido, se montaron constructora o empresa auxiliar y a fabricar tabiques a mogollón. Pero, sin previsión, gastaron en pisos, coches de lujo, segundas viviendas todo a nombre de empresas filiales, sin pensar en reinvertir parte de ese dinero en diversificación o especialización para el futuro. Y claro, llegó la crisis; los trabajadores a la calle y como la responsabilidad limitada abarca 3.000 euros, pues todo lo demás que se lo coman con patatas. Y ya está armada, porque el primero que suspendió pagos, dejó un reguero de impagos sobre otros que, a su vez, hicieron lo mismo, llevándose por delante a pequeñas empresas que estaban instauradas desde hace años. Y, entonces, ¿por qué nadie habla de una reforma de la Ley de Sociedades? Al menos se abordó, hace poco, uno de los aspectos más sangrantes de la economía española: el pago a 90, 120 días, cuando me dé la gana. Porque es cierto que hay que fomentar y apoyar al empresariado, pero al de verdad, al que crea riqueza y empresa, y no va en busca del dinero fácil y rápido que acaba siendo improductivo y llevándonos a donde nos ha llevado. Otra de las cosas que está por hacer es algo derivado de esto último ¿Dónde está todo el dinero que se ha ganado en estos últimos años? Porque ha habido gente que ha ganado mucho, pero mucho dinero, pero no ha hecho nada con él, nada que sea productivo, salvo frotarse la barriga.

Hay muchas más cosas que hacer que echar a los trabajadores; es verdad que eso propiciaría,(aunque está por ver), que entraran algunos que están en el paro en el mercado laboral al salir otros, habiendo así una rotación. El problema es que al empresariado de verdad, al que crea riqueza, nunca le ha gustado eso. Entonces, ¿quién quiere eso? Insisto, muy simple, el que quiere que los sueldos vayan para abajo, el que quiere que los propios trabajadores se enfrenten entre sí, se hagan competencia entre ellos, pero no en la efectividad, sino en el precio de su trabajo. Es decir, cuando veas las barbas de tu vecino...