lunes, 25 de noviembre de 2024

RESPONSABILIDAD DE IDA Y VUELTA

La responsabilidad es un concepto que posee dos vertientes: la positiva, mediante la cual se supone que has logrado una posición, una notoriedad y diriges una organización o grupo de personas, y la responsabilidad de los actos ejecutados que, a veces, puede no ser positiva sino muy negativa. Los políticos asumen enteramente la primera y niegan con rotundidad la segunda.
En el caso de la catástrofe de Valencia, se podría haber dado la confluencia de ambas responsabilidades, es decir, que podía haberse unificado si existiese un político de verdad, uno con altura de miras, alguien al que no le importase el cargo sino la resolución de los problemas y que se considerase garante del bienestar de los ciudadanos que le han puesto ahí. Los políticos son conscientes de que, en el ámbito administrativo que ellos han montado, existen procedimientos largos, indefinidos, tediosos e, incluso, ridículos, en el que el procedimiento es más importante que la respuesta eficaz y eficiente que sería deseable. De tal forma que, esos supuestos políticos inexistentes que tuviesen altura de miras, hubiesen salido ante las cámaras y, viendo la situación, hubiesen decretado saltarse el procedimiento bajo su estricta y única responsabilidad. Evidentemente, debiera ser un político con capacidad y mando para hacer eso. Pero la cobardía, el amor al puesto, el ego, mandan más que la responsabilidad en positivo; además, para eludir la responsabilidad en negativo siempre existe la posibilidad de ir disparando hacia otro lado. Esta falta de asunción negativa de la responsabilidad ocurre en toda la administración, propiciada por quienes gobiernan. De hecho, los puestos más altos suelen escupir hacia abajo para no verse en entredicho y el soldado raso, acaso mercenario, acaba siendo el culpable. Pero no nos quejemos; somos nosotros los que mantenemos esta estructura, los que abrazamos a los líderes, a los políticos, de cualquier índole, pensando que velarán por nosotros. Deberíamos empezar a espabilar para que cambien los partidos y, de paso, los sindicatos y lleguen a los puestos quienes sean capaces de aglutinar ambas responsabilidades. Para eso no sirven los trepas que son capaces de vender la piel y a su madre con tal de llegar alto.

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