domingo, 7 de diciembre de 2025

QUEDA SUSPENDIDA LA OPOSICIÓN

Esta frase de Pérez Galdós en su episodio “La revolución de julio” define el ambiente actual de lo que antaño se llamaba España, pues ya dudo que exista. Se habla de un ambiente de crispación política; cierto, no lo dudo, pero lo que, realmente, hemos perdido es el espíritu que movió la historia de España; los políticos han robado la voz ciudadana que es la verdadera oposición o, desde mi entender, debiera serlo. 

Recientemente, hemos vivido movilizaciones ciudadanas, pero en el fondo estaban alentadas, movidas desde los partidos políticos, mientras quienes gobiernan buscan los culpables entre parte de la sociedad para ser depositarios de su ineficacia; por su parte, la oposición ha dejado de existir, porque la calle es del Gobierno.
Mientras, algunos hablan de reventar a la derecha, lo que supondría que no hubiera oposición y por tanto estamos llegando a un nivel de inconsciencia apabullante. Más, si cabe, cuando una vicepresidenta llama a la ciudadanía a manifestarse contra la oposición, lo nunca visto en una democracia, para echarse a reír. Hemos olvidado que los políticos, sobre todo los que gobiernan, son los que establecen las políticas y los responsables de que las mismas funcionen o no. 

Sin embargo, nos hemos habituado a que los mismos culpabilicen a sectores ciudadanos, sean los que sean, sean ricos, empresarios, propietarios o a la oposición. La cuestión es no responsabilizarse de los resultados. La cancelación de la oposición lleva a una situación esperpéntica porque, cancelada la oposición política, no hay voces disidentes entre los ciudadanos que se puedan tener en cuenta, ya que hay otra arma: el negacionismo. 

Cancelados unos y acusados otros de negar la mayor, el campo es libre para hacer lo que a uno le venga en gana y poder señalar: sólo yo sé lo que te conviene, sólo yo sé lo que hay que hacer; solo yo soy el pueblo.

viernes, 14 de noviembre de 2025

TRABAJO O VIVIENDA, EL DILEMA DE LA POBLACIÓN

Mientras los políticos debaten, por decirlo de algún modo, porque más bien se escupen, sobre el tema de la vivienda, miles, por no decir cientos de miles de jóvenes y no tan jóvenes, no sólo luchan por encontrar un trabajo, sino por encontrar una vivienda en ese lugar de trabajo. Hay jóvenes que con 23 años han tenido que renunciar a dos trabajos por no encontrar vivienda en la zona. Forestales, por ejemplo, que, a pesar de todo lo que han dicho los políticos, no han notado nada. Jóvenes a los que los políticos pretenden embaucar con sus proclamas y que, a veces, lo logran, aunque otros hablan y te cuentan lo que ven. Sólo hace falta escuchar en la calle o en el metro. Luego viene la cruda realidad para esos jóvenes: nadie quiere alquilarles una vivienda en la España vaciada a pesar de que llegan a salvarles las castañas del fuego y nadie se digna alquilarles una vivienda por dos/tres meses porque prefieren profesores de temporada. Luego salen los vecinos llorando por sus casas; yo les diría bien quemadas están, por no poner de tu parte en la protección de la misma. Cierto que no estoy por la labor de culpar al ciudadano porque intenta vivir en una España que no deja; pero deben ser conscientes del riesgo que asumen diciendo a esos jóvenes que van de una provincia a otra haciendo prevención que no les interesan dos meses, pensando que van a perder dinero si luego viene un profe, sin valorar que esos jóvenes pueden salvarles la casa. Sin embargo, no son estos los únicos que tienen problemas para encontrar una vivienda. En el extremo opuesto están, señores del gobierno, lo nuevos funcionarios de la administración a quienes les puede tocar Madrid o una capital de provincia cualquiera, donde tampoco hay alquileres asequibles. Esas personas que no son sólo jóvenes, que hay gente de 50 años y más y de menos que buscan por todos lados una vivienda que no se le coma la vida. Porque un administrativo, por ejemplo, es un C1 y su sueldo inicial es bajo y no me pongo a hablar de los laborales fijos, esos a los que el Gobierno tiene olvidados dedicándose a estabilizar interinos para pillar votos. Y así me imagino a los jóvenes, ilusionados al principio, asqueados cuando se inician en la hecatombe que implica el trabajo. Les piden que estudien y muchos se tienen que ir fuera, mientras otros entran por la puerta de atrás. Mientras crece esta sociedad individualista, esta sociedad confrontada, la del tú más, la que no analiza, no reflexiona, no piensa, no estudia, sólo lanza proclamas sin ir al fondo. No vemos soluciones por parte de este Gobierno, sólo busca culpabilizar a potros de su falta de ideas. Así que, supongo, que esos jóvenes deben estar pensando en opositar para político para tener casa o lo que sea menester; o, quizás influencer en las redes, imitando algún político.

sábado, 27 de septiembre de 2025

CUALQUIER TIEMPO PASADO FUE IGUAL

“Lo asombroso respecto al destino de millones de jóvenes mal pagados y subempleados sin futuro es la indiferencia de la sociedad, incluyendo la indiferencia de la clase media "progresista". ¿Dónde están los progresistas? Están activos, pero lo que les interesa es el dos por ciento de “marginales": los gitanos, los drogodependientes, las prostitutas, los inmigrantes; el acoso sexual, el racismo...cualquier cosa menos el destino de tres millones de españoles desempleados, los jóvenes trabajadores con contratos temporales y los que tratan de vivir del salario mínimo". 

Este párrafo lo dice todo. Hoy día se habla mucho de la guerra intergeneracional. Sí guerra social, como se hablaba en Francia hace un más de un mes en sus emisoras. Boomers contra jóvenes. Sin embargo, es un batalla o una controversia, como quieran llamarlo, falaz. En cualquier época ha habido problemas, de uno u otro tipo y los jóvenes siempre han sido los que se llevaban la peor parte.

Nadie habla, ni recuerda una generación que llaman X algunos de cuyos miembros vivieron tiempos convulsos. Aquellos nacidos entre el 65/70, vivieron los últimos tiempos de la dictadura, la entrada de la democracia, el golpe de estado, la llegada del PSOE al Gobierno y una España que debía reconvertirse para seguir la senda de Europa. La España de aquel momento estaba caduca y debía reconstruirse. Fueron esos jóvenes del 65/70 los que empezaron a salir de los pueblos para ir a la Universidad. Hasta entonces, la mayoría de ellos en esa España rural, se quedaba anclada en sus municipios. Otros tuvieron la suerte de que sus padres habían emigrado hacia las capitales unos años antes y poder elegir su destino, que no fue fácil. La Universidades en España, en aquel entonces, estaban mucho más centralizadas que hoy en día. Muchos marcharon a estudiar empujados por los nuevos tiempos, por los horizontes abiertos que les prometían y sus padres invirtieron en ellos. 

Pero España no estaba preparada para recibirlos; ahí es donde comienza el informe Petras (de James Petras, investigador en estancia en CSIC), al que pertenece ese primer párrafo que puede ser válido para cualquier época, también para la actual, pero que pertenece a su estudio de 1995. Este informe retrata cómo aquella juventud universitaria acababa trabajando en bares, videoclubs (a ver cómo lo explicamos ahora) o buscándose la vida como podían. Jóvenes preparados en una sociedad que no estaba preparada todavía. Así se encontró en Barcelona con trabajadores retirados jugando al dominó en los bares de lunes a viernes y sus hijos trasegando cervezas en el margen de una vida sin futuro.
Las cifras de paro juvenil llegaban al 30% en 1991 y eso que en ciernes estaba la Exposición Universal de 1992 (otra cosa que a los jóvenes les sonará a chino); aunque actualmente la cifra ya alcanza al 25%. Sin embargo, la situación era muy distinta al estar España poco desarrollada para absorber a tantos estudiantes universitarios; ni existía la posibilidad de salir al extranjero, bastante habían hecho algunos llegando a la capital. 

El paro, curiosamente, bajaba considerablemente a partir de los 40 años hasta un 10,5%. Luego, había que tener en cuenta la cultura del pelotazo, o lo que es lo mismo, y que funcionaba y funciona, son las influencias que cada cual en su familia pudiera tener. Añadamos que muchos de ellos marchaban al servicio militar durante un año y ya tenemos la España de aquella época. 

Tampoco la legislación estaba suficientemente desarrollada. De hecho, los contratos en negro eran muy habituales entre la gente joven. No nos pongamos a hablar de los que supuso la entrada de las drogas que se llevó por delante a parte de esa generación. Por eso, entablar conversaciones sobre cuestiones intergeneracionales tiene que hacerse con plena perspectiva, con la diferencia de los momentos y teniendo siempre presente que todo un tiempo pasado fue igual porque en ningún momento hemos logrado una satisfacción general. Por supuesto que individualmente sí, pero en ningún momento como nación porque ni siquiera sabemos si existimos.

domingo, 20 de julio de 2025

LA DISOLUCIÓN DEL MOVIMIENTO ECOLOGISTA

Estamos en un momento en el que España alardea de su PIB, por tanto, es de suponer que se produce bastante, se mueve la mecánica capitalista. Y esa producción genera consecuencias en el medio ambiente. Sin embargo, el movimiento ecologista, el que alzaba la voz cuando nuestros ríos, montes, fauna se veían amenazados, cuando denunciaba el consumismo excesivo, ya no se oye, no clama, no dice nada ¿Por qué? Porque, supuestamente, hemos entrado en la economía de la sostenibilidad y con ello han acallado al movimiento. Digo supuestamente sostenible porque, bajo esa premisa que todo lo invade, se vende cualquier cosa a los ciudadanos: algodón reciclado sostenible, tela reciclada, productos ecológicos, salvo el agua que los riega. Todo es sostenible. Y, en cambio si cualquiera echa una vistazo en derredor encontrará en su piso multitud de cosas que no sirven, o sólo una vez, que necesitaron de energía y que ahora no hay quién sepa qué hacer con esas toneladas de basura. Ya no hablo del salto tecnológico que ha dejado miles de cds y demás elementos antiguos en desuso. Nosotros mismos nos convertimos en productos de deshecho. Salvo alguna pequeñas voces, curiosamente, no de los movimientos llamados en su día, ecologistas, verdes o defensores. No, a esos no los oímos, están en la sostenibilidad. Oímos a las gentes de un determinado lugar que se alzan para defender sus campos sus bosques, su entorno, oímos vecinos. Pero llegan los billetes y el mundo calla, igual que en As Bestas. Lo malo es que no hay millones porque si un proyecto se declara de utilidad pública, lo que se recibe está marcado. Poco se habla de rapaces, de árboles, de las aguas; todo nuestro entorno ha quedado ensombrecido por la sostenibilidad, la palabra emergida de la política que ha invadido nuestra vida y el discurso; todo es sostenible, aunque no lo sea. Porque el discurso político o, más bien, la estrategia de comunicación de esta mascarada política es desviar la atención, se erigen defensores de todos, asumen los discursos proteccionistas de derechos y libertades que no les pertenecen, pero sólo hacen eso, asumir discursos sin hacer nada. Y luego vas conduciendo por la carretera con un coche de gasolina con años a sus espaldas y ven mares de placas solares y las encinas supervivientes arrinconadas. Cuando un movimiento o un partido pretende defender árboles frente a eólicos o placas y se tacha al moviemiento en contra de facha, porque lo correcto es lo contrario, es que algo anda mal. Eso nos hace estúpidos, sumisos a quienes nos controlan porque si algo es inadecuado no importa quién lo dijo, sino si tiene razón o no. Pero no, como siempre, las dos Españas siguen vigentes matándose unas a otras, pisoteando a los ciudadanos. Hay que fomentar la necesidad para, como se diría en los ochenta, que rule. Que rule la economía, que la gente compre, que hay impuesto al consumo para que se recaude más, y producir energía, mucha, que rule, que rule la economía del capital en los gobiernos socia-listos.
¿Dónde están las protestas ecologistas? Silenciadas por la sostenibilidad; silenciadas por un discurso político que ha enmarcado en qué consiste la defensa del medio ambiente. Bajo la premisa del cambio climático que, sin duda existe, no hay otra cosa que manejarnos para que consumamos lo que a ellos les interesa y así cortar árboles en el campo mientras protestamos porque se corten en las ciudades. Hay que cambiar el parque automovilístico porque consume demasiado, pero te ofrecen trenes que no llegan a ningún lado y cuyo precio sólo de ida es mucho mayor que si vas en coche ida y vuelta y aún te sobra. Hay que cambiar el gas por la eléctrica para calentarnos para ser menos dependientes; nos vuelven locos con medidas de pon aquello, pon lo otro, cuando en el siglo pasado cuando as placas solares eran incipientes se decía que había que llevar las mismas a todos los tejados. Pues no, hay que acabar con el campo. Los animales tienen que viajar adecuadamente, eso sí, las personas apiñadas en los vagones. Los animales tienen que estar en condiciones adecuadas en las granjas, dicen los pijos progres; ahora bien, los ciudadanos menos afortunados pueden estar hacinados que no importa. Saben no entiendo nada. Mejor que venga un meteorito y empecemos de nuevo.

domingo, 13 de julio de 2025

REPARTIRSE LOS POBRES

La política actual en España se vanagloria de la fuerza económica de nuestro país, mientras reconoce que hoy en día hay 12,5 millones de personas en riesgo de pobreza. Hablan de paradoja, cuando saben perfectamente que es el producto de una política en la que la sociedad ha quedado dividida en dos grandes bloques: lo que viven bien (no siempre por esfuerzo) y los que sobreviven. En estos últimos hay que incluir a dos grupos: esos 12,5 millones de personas, algunos trabajadores que viven controlando su economía, aunque tenga trabajo estable y otros que subsisten con ayudas. Es decir, hemos dividido a la sociedad de una forma que unos se sienten a gusto y otros no tienen tiempo para revolverse. Cualquiera de estas dos partes puede ser sustituida por otra.
Luego llegan las políticas de uno u otro partido, cada uno se reparte el pastel de a qué pobres apoyar. Es así cómo la política actual se reparte los pobres. Unos defienden a unos pobres, los otros a otros, mientras nada se resuelve. Porque las medidas que todos ellos mantienen son ayudas, caridad que enorgullece su ego político con el dinero de todos los españoles, incluido los trabajadores pobres. Egocentrismo que no tiene ni un atisbo de sensibilidad, ni reflexión, ni análisis porque no plantean ninguna otra solución, sino alimentar al pobre. Todo está medido política y, sobre todo, informativamente hablando: unos a favor de un bando, otros a favor de otro bando y los pobres en medio, en el frente, acallados, esperando que alguien les dé una respuesta en lugar de tener que ir mendigando caridad incluso en los medios de comunicación. No son los ciudadanos particulares los que deben ayudar. No, porque los ciudadanos de este país pagamos impuestos para que esos a los que elegimos gestionen adecuadamente el dinero. Pero no; lo que hacen es contarles lo maravilloso que es nuestro país, nosotros, nuestra economía. Nadie reconoce nada, siempre se hace bien y los errores proceden de los demás: aclaman que hay entes ocultos, que la culpa es siempre del otro, sin ver que los precios no hacen más que subir. Pagamos a unos responsables políticos para que nunca, nunca sean responsables de nada. Son los demás; y, en cualquier caso, siempre queda el ciudadano como último responsable de su situación.

domingo, 30 de marzo de 2025

LA ESTRATEGIA DEL GOBIERNO DE CULPABILIZAR AL CIUDADANO

El Gobierno, con su discurso, está llevando a la población de este país a una situación extrema en la que empieza a ver que sus derechos constitucionales quedan relegados frente a los derechos humanos. Muchos dirán que es lógico. Sería lógico si no fuese porque detrás se cierne una política nefasta y un tráfico de personas a gran escala; o lo que es lo mismo, tráfico de mano de obra barata a lo que hay que añadir, intuyo, algún acuerdo que no conocemos con terceros países (aquel teléfono de Sánchez olvidado). 
Dicho discurso hace que los ciudadanos sean considerados racistas, aunque no lo sean. El Gobierno nos coloca en un dilema ético y lo hace a sabiendas, de lo contrario supondría que son ignorantes en grado sumo: acoger a niños y adolescentes abandonados o a niños que sus padres traen atraídos por paraísos, o bien apoyar a quienes viven aquí donde también hay gente que tiene dificultades. 

Sin embargo, nuestros políticos sofistas niegan la segunda parte; lo hacen en beneficio propio para mostrarse como adalides de la solidaridad, del mismo modo que los pijos progres que los apoyan, puesto que niegan que existan dificultades económicas en este país. Dichas dificultades son culpa de los propietarios; la precariedad de los sueldos de las empresas. 

Desconocen que nuestra sociedad vive una situación de extremos, polarizada como la política: hay gente que vive muy bien y llama a la solidaridad, pero sin que le toquen nada de lo suyo, y las personas que sobreviven y son paganas de la solidaridad acomplejada de las clases pijos-progres. 


Los periódicos no van a la zaga; reflejan noticias sobre familias inmigrantes viviendo en la calle, pero ninguno muestra la precariedad de las familias españolas. Eso no seria de buen gusto: comparar la tragedia de gentes que huyen de un país dictatorial donde viven mal y pasan hambre con los ciudadanos de este país en los que hay una democracia solidaria y no existe pobreza o, más bien, se enmascara. 

Sin embargo, dicha solidaridad olvida fácilmente a la población de esos países que permanece allí cuando se trata de intervenir, de hacer algo real que cambie la vida de sus países de origen. Entonces hablan de intervención, de intereses económicos de los occidentales, mostrándose, de nuevo, manipuladores, como si la economía no fuese lo que mueven los propios Gobierno. Nada de recordar cómo llegó, por ejemplo, la Volkswagen a España en 1965 y cómo contribuyó a la economía de este país y de Navarra en particular (de hecho, la Comunidad Foral todavía depende de ella). Una inversión que se llevaría a cabo con sueldos que beneficiaban a la marca. Pero no quieren pensar eso, sino que lo hacían por solidaridad. Es obligatorio pensar eso para no tener que llegar a la conclusión de que a ellos le gusta tanto apoltronarse en los Gobiernos por su propia economía personal. 

Pero eso no, intervenir, pensar políticas de inversión y avance no en esos países, no, hasta ahí podríamos llegar; es mucho mejor que vengan aquí como mano de obra barata a seguir bajando los salarios de todos para que sigamos calladitos no vayan a ser que nos llamen racistas por querer comer y tener, al menos, una chabola.

sábado, 15 de marzo de 2025

MUJERES DE DISCURSO

Cada 8 M escuchamos las mismas consigas de igualdad: no teneos las mismas oportunidades, no llegamos a los puestos de responsabilidad…Culpan de todo ello a los hombres, aunque ellas también están en el poder. De hecho, son mayoría. El problema del feminismo actual es el adoctrinamiento de la mujer por parte de un grupo, por parte de una serie de mujeres de clase media-alta o alta gracias a la política. Así las mujeres que se arrastran en el fango laboral las aúpan pensando que harán algo por ellas, con la esperanza de situarse, de mejorar. Pero no lo logran, siguen arrastrándose, porque las políticas ya tienen su culpable para seguir medrando: el hombre. Esa situación las beneficia para seguir medrando a costa de las trabajadoras.
Es hora de que la mujer de la calle sea la que asuma la lucha por esa igualdad o, mejor dicho, equidad, termino que considero más adecuado porque implica la situación de la que se parte. Esos discursos deben dar paso a señalar las vivencias personales, no a través de consignas creadas y pactadas, sino con sus experiencias variadas y desconocidas por la caterva política. Nosotras, mujeres, tenemos que preguntarnos ¿qué hacen esas otras mujeres de salón y discurso por nosotras? En muchos casos nada. Están en los gobiernos, pero no acabas de ver que haya repercusión y echas la culpa al hombre; pero yo digo ¿para qué me llamas a manifestarme a tu lado si tú estás ahí y no haces nada, ni escuchas? Basta de que ellas tengan la palabra. Es necesario que la palabra venga desde abajo hacia arriba, porque de lo contrario lo que nos están llamando es tontas, no nos damos cuenta de nada y ellas nos vienen a salvar. Resulta increíble que quien lo sufre no tenga la palabra y quien vive a cuerpo de rey se regocije culpando y alzándose en defensora, sin resultados. Lo curioso es que somos más que ellas en número, pero esparcidas y demasiado ocupadas para luchar, para poner sobre la mesa la estrategia de quienes buscan mantenerse en sus altares. Por eso, esta mujer trabajadora, pisoteada por la Administración Pública de esas mujeres, nunca irá a ninguna manifestación en la que esas vividoras estén presentes.