domingo, 20 de julio de 2025
LA DISOLUCIÓN DEL MOVIMIENTO ECOLOGISTA
Estamos en un momento en el que España alardea de su PIB, por tanto, es de
suponer que se produce bastante, se mueve la mecánica capitalista. Y esa
producción genera consecuencias en el medio ambiente. Sin embargo, el movimiento
ecologista, el que alzaba la voz cuando nuestros ríos, montes, fauna se veían
amenazados, cuando denunciaba el consumismo excesivo, ya no se oye, no clama, no
dice nada ¿Por qué? Porque, supuestamente, hemos entrado en la economía de la
sostenibilidad y con ello han acallado al movimiento. Digo supuestamente
sostenible porque, bajo esa premisa que todo lo invade, se vende cualquier cosa a
los ciudadanos: algodón reciclado sostenible, tela reciclada, productos
ecológicos, salvo el agua que los riega. Todo es sostenible. Y, en cambio si
cualquiera echa una vistazo en derredor encontrará en su piso multitud de cosas
que no sirven, o sólo una vez, que necesitaron de energía y que ahora no hay
quién sepa qué hacer con esas toneladas de basura. Ya no hablo del salto
tecnológico que ha dejado miles de cds y demás elementos antiguos en desuso.
Nosotros mismos nos convertimos en productos de deshecho.
Salvo alguna pequeñas voces, curiosamente, no de los movimientos llamados en su día, ecologistas,
verdes o defensores. No, a esos no los oímos, están en la sostenibilidad. Oímos
a las gentes de un determinado lugar que se alzan para defender sus campos sus
bosques, su entorno, oímos vecinos. Pero llegan los billetes y el mundo calla,
igual que en As Bestas. Lo malo es que no hay millones porque si un proyecto se
declara de utilidad pública, lo que se recibe está marcado. Poco se habla de
rapaces, de árboles, de las aguas; todo nuestro entorno ha quedado ensombrecido
por la sostenibilidad, la palabra emergida de la política que ha invadido
nuestra vida y el discurso; todo es sostenible, aunque no lo sea. Porque el
discurso político o, más bien, la estrategia de comunicación de esta mascarada
política es desviar la atención, se erigen defensores de todos, asumen los
discursos proyeccionistas de derechos y libertades que no les pertenecen, pero
sólo hacen eso, asumir discursos sin hacer nada. Y luego vas conduciendo por la
carretera con un coche de gasolina con años a sus espaldas y ven mares de placas
solares y las encinas supervivientes arrinconadas. Cuando ves eliminar árboles y
al defenderlo un partido denominado inadecuado, se considera que es más
sostenible eliminarlos, que tienen intereses ocultos dichos partidos. Eso nos
hace estúpidos, sumisos a quienes nos controlan porque si algo es inadecuado no
importa quién lo digo, sino si tiene razón o no. Pero no, como siempre, las dos
Españas siguen vigentes matándose unas a otras, pisoteando a los ciudadanos. Hay
que fomentar la necesidad pata, como se diría en los ochenta, que rule. Que rule
la economía, que la gente compre, que hay impuesto al consumo para que se
recaude más, y producir energía, mucha, que rule, que rule la economía del
capital en los gobiernos socia-listos.
¿Dónde están las protestas ecologistas? Silenciadas por la sostenibilidad;
silenciadas por un discurso político que ha enmarcado en qué consiste la defensa
del medio ambiente. Bajo la premisa del cambio climático que, sin duda existe,
no hay otra cosa que manejarnos para que consumamos lo que a ellos les interesa
y así cortar árboles en el campo mientras protestamos porque se corten en las
ciudades. Hay que cambiar el parque automovilístico porque consume demasiado,
pero te ofrecen trenes que no llegan a ningún lado y cuyo precio sólo de ida es
mucho mayor que si vas en coche ida y vuelta y aún te sobra. Hay que cambiar el
gas por la eléctrica para calentarnos para ser menos dependientes; nos vuelven
locos con medidas de pon aquello, pon lo otro, cuando en el siglo pasado cuando
as placas solares eran incipientes se decía que había que llevar las mismas a
todos los tejados. Pues no, hay que acabar con el campo. Los animales tienen que
viajar adecuadamente, eso sí, las personas apiñadas en los vagones. Los animales
tienen que estar en condiciones adecuadas en las granjas, dicen los pijos
progres; ahora bien, los ciudadanos menos afortunados pueden estar hacinados que
no importa. Saben no entiendo nada. Mejor que venga un meteorito y empecemos de
nuevo.
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