jueves, 3 de julio de 2014

Derecho a decidir o esquizofrenia social

Derecho a decidir. Dicho así es innegable, no se puede aducir nada en contra, porque, en suma, la decisión está unida a un principio de libertad. Sin embargo, al igual que la libertad, tiene sus límites, sobre todo en la práctica, porque ¿hasta dónde llegamos con el derecho a decidir¿ ¿Cómo lo establecemos? De no estipular ciertas cosas podemos llegar a una situación casi esquizofrénica. Voy a poner un ejemplo muy cercano a mí: Navarra. El nacionalismo vasco insiste en una autodeterminación que incluya a Navarra, incluso la Constitución prevé ciertas cosas al respecto, pero no quiero entrar en ese tema. Pensemos en un hipotético paso adelante. Se da la autodeterminación o la independencia o lo que haga falta. Ya está Euskadi como quería ser, incluida Navarra. Pero demos un paso más. La zona de la Ribera, el sur de Navarra, considera, entonces que su historia, su cultura y su idiosincrasia nada tienen que ver con ese nuevo País Vasco y deciden solicitar su propio derecho a decidir al Gobierno de Euskadi. Este Gobierno ¿podría negar a la Ribera lo que no le han negado a él? Hipotéticamente, claro.

Una situación similar se podría decir cuando hablamos en el ámbito de la política. Hoy por hoy sólo decidimos cada 4 años, que es poco para lo que nos jugamos. Hoy lo estamos sufriendo. Hay quienes quieren llevar este derecho a decidir hasta el límite, llevar la política a la calle, hasta un sistema asambleario. Evidentemente, sería lo ideal, como lo planteaban los antiguos filósofos, si fuésemos pocos y si todos dispusiésemos de tiempo para acudir a estos eventos y no nos lo impidiesen cuestiones tan anodinas (irónico) como el trabajo, la familia o la salud. De ahí la necesidad de delegar y confiar. El problema radica, para mi, en esa confianza y que cualquier modificación debería llegar mediante normas que reafirmen la confianza, una de ellas la absoluta transparencia de los cargos.

Se podría hablar de otros muchos temas en los que siempre acabamos en un extremo o en otro, sin tener en cuenta que hay un amplio margen de actuación a estudiar entre uno y otro.

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