Creo firmemente que todos los
miembros del PSN, políticos, militantes y simpatizantes tienen un objetivo
único: el estado del Bienestar que hemos construido durante décadas. No estamos
de acuerdo, por tanto, con la política económica del Gobierno Foral, con su falta
de actuación y defensa de la sanidad y educación pública; no soportamos la
dejadez en materia de prestaciones sociales; estamos hartos del tratamiento que
da la derecha a los trabajadores, llamándolos vagos y maleantes, para después
hundirlos en la miseria.
No comprendemos el olvido al que se condena a los parados;
tampoco en cómo se trata a los trabajadores públicos, cuyo deber fundamental es
servir al ciudadano y no al político de turno. No entendemos cómo servicios públicos
pueden convertirse en empresas lucrativas. No vemos sensibilidad, ni humanidad
en política. No comprendemos cómo abusos se esconden bajo el paradigma de
legalidad. No soportamos que ese estado de Bienestar se vaya desmantelando.
Pero la ciudadanía no confía ya en
el partido socialista. Ese partido que impulsó hacia los 80 la reforma
estructural de España, que impulsó las pensiones, la seguridad social; ese
partido que en Navarra creó la Universidad y otras infraestructuras públicas
sanitarias. Ese partido. Unos dirán que no hay proyecto. No es cierto, lo hay.
Porque en sus filas somos muchos los que sufrimos ese desmantelamiento. La
derecha no. Ella sigue bien protegida en esta Navarra trasnochada y caciquil a
la que nos ha conducido una derecha radical, siempre protegida, por una lado
con la bandera y, por otro, amparada en la teoría “del vienen los vascos”.
Evidentemente, no hay soluciones
mágicas, porque hay tanta problemática que se entremezcla en las situaciones
particulares que, a veces, dan ganas de llorar: porque en una familia se puede
mezclar dependencia y paro, y deudas y falta de futuro y desesperanza y, y, y.
Hoy es un esfuerzo titánico resolver tantos problemas, resolver y rehacer
nuestros maltrechos derechos. Nuestros, de las personas. No del PSN; ni de UPN,
ni de Bildu, ni de Geroa Bai.
Por eso, más allá de los
interesados que llaman a las divisiones internas, está el trabajo por hacer que
las cosas cambien. Y estas no cambian con una “reestructuración del partido,
abrir el partido a las gentes, dar participación, renovar, etc”. Cosas que
deben hacerse, pero con perspectiva de la situación actual. La gente está
cansada, apática y desilusionada. No va a ir a escuchar. Quiere pruebas,
acción. Y el PSN está por la labor de llevar a cabo esa acción desde las
agrupaciones. Es desde cada una de ellas, desde lo municipios donde gobierna, donde se debe hacer una política
valiente, haciendo, apostando, aportando ideas, proyectos nuevos,
posibilidades, trabajo, trabajo y trabajo por esa gente que está ahí, mirándonos.
Porque es en los municipios donde se puede detectar las posibilidades de cada
comarca, no desde una cabeza pensante o tres o 10. Pero esa política debe ser
valiente y el PSN debe empezar a dejar de tener complejos y hablar claro en las
calles, poner a cada uno en su sitio, sin miedo a que la derecha salga con su
traje de fiesta y procesión, diciendo lo buena que es, lo dadivosa y
caritativa, de misa diaria y limosna para los pobres, que es lo que le gusta,
que haya pobres a los que ayudar. Por eso no soportaba que hasta hace poco
hubiese gente humilde que empezara a despuntar. A eso llaman vivir por encima
de sus posibilidades, a tener cosas que sólo ellos podían tener. Si se fijan, hoy
están intentando que no podamos tener lo que tuvimos: educación y sanidad
igualitaria, por ejemplo. Y sin embargo su mensaje cala, porque el dominio que
tiene la derecha del chisme y la alcahuetería en los pueblos es sublime.
Por eso, tanto cambio, tanto
debate, tanto reinvento, tanto quito a uno y pongo a otro, no sirve de nada.
Sirve para quienes les faltan las ganas de trabajar y de pensar. La renovación
no puede venir sólo de la mano de la palabra, no puede venir sencillamente como
un objetivo, sin más. Porque como ya no se confía hay que cambiar. Tiene que
llegar con gentes que hayan demostrado una trayectoria, una forma de hacer, un
compromiso, una sensibilidad especial, un trabajo. A la gente ya no le vale
cambiar de cara. Por eso, insisto, la renovación tiene que venir con trabajo,
con personas que desde sus agrupaciones, ayuntamientos o asociaciones hayan
trabajado y demostrado su valía. Y hayan querido escuchar, oír y cambiar.
Queda otro trabajo. Impulsar a unos
jóvenes a los que la democracia no les dice nada, a los que la política les
trae al fresco. Nuestro futuro está ahí y si esa juventud, que es la que nos
tiene que animar con su implicación, no está, ¿qué demonios estamos haciendo?
No voy a dejar de lado el tema de
las estadísticas y los pactos, que si viene Bildu, que si viene el otro. Sigo
insistiendo, importa el trabajo, la demostración de políticas, no la palabrería
barata tanto de la derecha como de la izquierda abertzale. Sus políticas hoy en
día están desfasadas. Hoy la preocupación de la gente no es la identidad. A la gente
le preocupa que alguien se preocupe por ella. Navarra no es diferente a otras
Comunidades en cuanto a problemas, pero sí en lo que se refiere a la forma de
definirlos o encauzarlos. Nuestra Comunidad es muy diversa en sensibilidades.
Pero, ojo, nadie reparte carnet de navarros. Para el PSN, y eso nos diferencia,
tan navarro es el seguidor de UPN como el convencidísimo abertzale. Y aunque
les pese a algunos, también lo son los del PSN.
Así que no me vengan con
reestructuraciones y reinventos. Trabajen señores, trabajemos todos, por
quienes no pueden hacerlo.
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