Pero vamos a ver. Si aquí, en
este país, sabemos todos que la cosa no funciona así, ni excelencia, ni
mejoras, ni agilidad administrativa, ni nada. Aquí el único mecanismo que
funciona no es la educación, ni la sanidad, ni el Banco Europeo, ni la Merckel,
es el DEDO. Ese maravilloso Dedo que todo lo puede y que todo el mundo no
posee. El que tiene un dedo se santigua o lo que es lo mismo, el que tiene
padrino. Y así ha sido siempre en todo, desde hace siglos. El que tiene alguien
conocido entra por la puerta grande del Hospital y el que no sale con los pies
por delante; el que tiene un conocido trabaja y el que no a verlas venir; el
que tiene contactos, (lo llaman) recibe subvenciones o becas o servicios y el
que no a macharse los sesos para tirar p’alante. Y así podríamos seguir en todo
los aspectos de la vida.
Es el dedo. Lo malo es que hay
quienes tienen más dedo que otros. Así ha sido siempre. Antes el dedo lo tenían
aquellos que estaban a bien con el cacique de turno, que solía ser quien tenía
más tierras. En algunos sitios esto no ha cambiado mucho, en otros han entrado
nuevos dedos que pillar: véase empresarios, banqueros... Es lo que ha paso en el
PP el dedo lleva a unos buenos ingresos con los que mantener una pirámide de
dedos. Aunque también se había logrado que funcionen otras cosas que no eran el
dedo mediante la formación o las oposiciones. Pero la sombra de Dedo siempre
deambulaba por encima de nuestras cabezas. Y hoy tengo la sensación de que
vuelve el Dedo decisivo, ese que todo lo puede. Esas medidas del Gobierno para
la optimización de todo, no van más que hacia una meta: el dedo. Aquí va a
seguir valiendo más el dedo que un billete de 500. Puñetas y yo sin un dedo al
que agarrarme.
1 comentario:
This is spain vecina
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