martes, 20 de marzo de 2018

ME VOY A PELEAR EN EL BARRO

Me voy del PSN. Seguiré siendo votante del Partido Socialista porque me identifico con muchas de sus ideas. Pero, desde hace tiempo, llevo reflexionando sobre la necesidad de sentirme libre para opinar de ciertos aspectos.

Prefiero pelearme en el barro, por eso he decidido abandonar el Partido. La razón es muy sencilla: me siento un verso libre y  no puedo evitar sentirme encorsetada, encajada, definida. No soy una persona de estructuras, de encajes políticos, de medidas, de tiempos. Soy más bien pasional a la vez que utópica. Pero eso no me hace estar fuera de la realidad, la cual intento analizar, y dudo. Dudo de mis propias convicciones y de las de los demás.

Para mí es importante contrastar ciertas argumentaciones que, en algunos casos, se convierten casi en dogmas; dogmas a los que dices sí o sí, sin que haya cabida la pregunta. No soy dogmática, ni nacionalista, ni independentista, no me defino en esos aspectos. Prefiero abrir los oídos escuchar, aunque, a veces, no entienda las posturas cerradas, porque mi principio es la duda.

No soy leal de por sí; mi lealtad viene a través de los argumentos y del debate y no lo he logrado. Quienes me conocen saben que no me gustan las normas, las no escritas, aquéllas que pertenecen a grupos, identidades, nacionalidades, tribus…Prefiero el individuo libre, respetuoso con la ley jurídica, pero que lucha por cambiara si ésta no se ajusta a la realidad de cada uno de los individuos.

Mi carácter me ha llevado a plantearme la baja del Partido, aunque no de mis ideas cercanas a él. Han sido meses y meses de reflexión profunda. Al final, me he dicho, tampoco soy tan importante: un número más.

Puedo decir que mi baja está motivada por una cuestión de sentimiento, de sensación de vacío y de querer más; de una valentía que no logro ver en los discursos. 

Debo agradecer al Partido Socialista haberme dado la oportunidad de comprobar la política por dentro. No en vano, siempre he dicho que el periodismo y la política son dos caras de la misma moneda que da vueltas.

Ambas, política e información, son tremendamente necesarias para la democracia y ambas están contaminadas por ciertas presiones asumidas como justas y que pueden venir desde esferas que pocas veces tenemos en cuenta: familias, tradiciones... O así me lo ha parecido. En muchas ocasiones el bien común, el derecho de los ciudadanos, la defensa  de la igualdad, de la justicia, de la equidad, están mediatizadas por esas presiones sentidas como lógicas y asumibles. Y con ellos no solo me refiero a los económicos. Para mí hay muchos más grupos de poder que los bancos o las multinacionales. Hay grupos tradicionales en cada pueblo, en cada ciudad y la interpretación de algunos problemas sólo se argumenta bajo su punto de vista, el de los demás no importa. Porque el debate se minusvalora.

Fui concejal en un pueblo socialista y tras dos años y muchos proyectos realizados, de los que me siento orgullosa, dimití. No podía seguir cuando mi propio grupo me quitaba la palabra para dársela a la oposición.

He sido miembro del Comité Regional del Partido Socialista de Navarra. He acudido a él y siempre he intervenido, límite 5 minutos. También en el Congreso. Todavía recuerdo el comentario que le dije a la mesa: “nos reunimos cada cuatro años, al menos déjeme terminar”. O algo así.  Me llamaban la atención por hablar demasiado (siete minutos). Formaba parte de una Comisión sectorial. La primera reunión fue patética: dos. No hubo más reuniones. Para qué.

No quiero hablar de otros aspectos. No merecen la pena porque son de todos conocidos. La política para muchos es un juego, una estrategia en la que se establecen unos resultados que, en muchas ocasiones, no tienen en cuenta que la realidad de las personas tiene casuísticas de lo más variopintas.

Soy de las socialistas que ha vivido muchos de los problemas de esta sociedad. Vivirlos en tus propias carnes y en las de otros, a los que escuchas, saber las dificultades que encuentras en la Administración, intentar debatir sobre ello y no encontrar el foro adecuado para que las personas tengan el apoyo necesario, al final acaba contigo.


En las últimas, después de trabajar en turno de noche.
Llevo mucho tiempo pensándolo. Pero no quise irme justo en el momento en que se produjeron las luchas internas, las primarias; después quise esperar a la decisión en Navarra y en mi Agrupación. Cumplidos todos estos trámites, creo que ya puedo hacerlo sin que mi salida pueda ser interpretada. Y si lo es, tampoco me importa.
 
Como siempre seguiré luchando por las ideas, porque éstas permanecen más allá de quienes las representan. Por ahora no sé de qué forma canalizaré mi inquietud, mis ganas de aportar y trabajar, pero lo que estoy segura es que es imposible acallar mi voz. Confío en nuestra democracia, con sus enormes defectos, y sé que hay un enorme camino por recorrer. Lo cual no implica resignación, sino ilusión por empezar como termitas, poco a poco, sabiendo cuál es el objetivo.

 Un saludo socialista y muchas gracias por los grandes momentos que he pasado dentro

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