
Actualmente se habla de transformar los libros de texto para
visualizar más a las mujeres que han participado en actividades de toda índole
y que, sin embargo, tienen pocas páginas en estos libros, como si no hubiesen
existido.
Aunque seria adecuado revisar los libros de texto, no creo
que la cuestión sea llevar al protagonismo a la mujer porque, con ello, dejamos
de lado cómo se ha desarrollado el entorno histórico y social de la mujer y del
hombre: los condicionamientos sociales que les rodeaban.
Se olvida profundizar en lo social, por una simple
visualización. Creo que estamos fallando en algo al hacerlo así, ya que esto
puede conducir a considerar que el problema es de hoy y no de ayer.
No podemos olvidar la dificultad que ha tenido la mujer en
el acceso al conocimiento, ni olvidar los contextos donde la mujer tuvo un
papel que era considerado esencial. Por otra parte, hay mucha historia que
hemos aprendido mal y que valoramos desde nuestra perspectiva actual, sin tener
en cuenta el entorno. Muchas veces hemos calificado las sociedades sin
profundizar en ellas. Pongamos un ejemplo: Esparta. Consideramos la sociedad
espartana como una sociedad dedicada a la guerra, ruda. Sin embargo, la mujer
vivía una libertad y una consideración enorme entre los hombres porque, como
decían, eran quienes parían a los hombres. Tenían roles diferentes, pero
igualmente valorados. Los hombres tenían que ir a la guerra. Pero cuando algún
extranjero osaba recriminar a una mujer por hablar en una conversación entre
dignatarios podía llegar a ser condenado a muerte.
En Grecia era curioso que las mujeres más influyentes fueran
las Hetairas, vendían sus favores, pero eran muy apreciadas por sus
conversaciones ¡Cómo ha cambiado la sociedad!
Una de las mujeres más reivindicadas ha sido Hipatia de
Alejandría pero, curiosamente, fueron los hombres quienes la rescataron:
Voltaire o Toland. Este último la uso como base contra la religión “Hipatia, o la historia de una las
damas más hermosas, virtuosas, cultas y distinguidas en todos los aspectos; que
fue despedazada por el clero de Alejandría para satisfacer el orgullo, la
envidia, y la crueldad de su arzobispo, común pero inmerecidamente llamado San
Cirilo,
donde la califica de "encarnación de la belleza y el saber", y se atrevió a considerar que los varones deberían "avergonzarse para siempre
de que pudiera encontrarse entre ellos alguien tan brutal y salvaje como para,
en lugar de embriagarse con la admiración de tanta belleza y sabiduría, manchar
sus manos de la manera más bárbara con la sangre de Hipatia, y sus almas impías
con el estigma de haber cometido un crimen sacrílego”.
Como vemos, estamos obviando una parte importante en la consideración
de los hombres y las mujeres, el contexto histórico y social y es en él donde
deberíamos poner el impulso.
Por ejemplo, en los análisis literarios siempre se debe hacer hincapié
en el contexto más que en otra cosa. Ha sido así, pero se ha hurtado una
apreciación: la presencia de poderes sociales como lo ha sido la Iglesia que han
influido en que la mujer, sobre todo aquellas de mayor estatus, porque el vulgo
bastante tenía, en lugar de dedicar sus horas a la cultivación de la mente, lo
dedicaran al rezo; mientras los hombres marchaban a la guerra por, en muchas
ocasiones, la propia religión. Ese
contexto literario no ha tenido en cuenta los convencionalismos de la época en
cuestión y son ellos los que han determinado, en muchos aspectos, el desarrollo
de ambos sexos.
Si nos dedicamos simplemente a visualizar, a colocar nombres de mujeres
en los libros, nunca enteremos cómo funciona nuestra mente, nunca estaremos
abordando el problema principal: la asimilación a través de los siglos de un
rol, de unas formas correctas tanto para mujeres como para hombres. Nunca
estaremos abordando cómo las mujeres pueden ir en contra de las propias
mujeres, cómo nosotras calificábamos a otras como brujas, rameras y otros
calificativos que todavía perviven y cómo lo seguimos haciendo.
La libertad individual estaba y está condicionada por prescripciones
morales socialmente aceptadas.
Quizás los libros deban añadir a mucha gente acallada durante épocas,
hombres y mujeres, pero también hay que modificar la forma de aprender y
analizar los contextos, sin tapujos y sin miedos, sin convencionalismos que nos
hagan dudar sobre si es adecuado o no. Porque si uno se pregunta si es correcto
o adecuado es porque algo de lo ancestral está llamando a la puerta de su
conciencia.