lunes, 28 de septiembre de 2020

LA MÍTICA CASILLA 7

La casilla 7 del Canal de Lodosa se encuentra justo al lado de la Nacional 232 a su paso por el Bocal. Se trata de una casa para el servicio de los trabajadores del Canal de Lodosa, pertenecientes a la Confederación Hidrográfica del Ebro.

Esa casilla 7 ha pasado ya a la historia. Han pasado 13 años desde que en ella desembarcaron 4 hombres y una mujer tras recorrer el tortuoso camino de una oposición pública.

Llegaron allí pensando que iban a aportar algo, llenos de ilusión y ganas; pero poco a poco se fueron rindiendo a la maquinaria administrativa hasta que, llegados a este día, todos han abandonado el barco.

Era el verano de 2007: Toño venía de Salamanca, Miguel Angel de Albacete, Dámaso de Zaragoza, Pascual de Novallas (Aragón) y una de Tudela, Marta.

Pasaron sólo 4 meses hasta su primera rebelión: habían sido nueve plazas con turnos que incluían noches, pero sólo las iban a hacer 5 ¡Cómo era posible!

Sólo la casilla 7 las hacía. La mujer empezó la rebelión y los 4 la siguieron. Reclamaron siguiendo el estricto orden jerárquico administrativo hasta llegar a Madrid. Su resolución les defraudó: seguiría haciendo noche la casilla 7 y los demás sólo tendrían que renunciar al mísero cobro de esas noches, 49 noches al año, al irrisorio precio de 35 euros mes, incluidos domingos y festivos que siempre tocaban.

Transcurrió un tiempo de desilusión y frustración, pero pronto volvieron a rebelarse por otros motivos, una y otra vez;  empezaron a hacerles caso, en pequeñas reivindicaciones. Sin embargo, habían visto la cruda realidad: la Administración es un monstruo con muchas caras y su funcionamiento arbitrario.

La mítica casilla desaparece. Los que quedaban: Miguel Angel y Marta se marchan tras lograr promocionar. Por delante se fueron los demás. Y su marcha llega cuando se ha decidido reestructurar y pasar la gestión del Canal a manos privadas.

Es la historia de una pequeña comunidad de 5 personas que quisieron cambiar las cosas, ganaron batallas y perdieron la guerra.

Allí queda esa caseta con 4 habitaciones y una enorme entrada cuyas paredes escucharon tantas historias de lo que fue esa pequeña comunidad. Un grupo de personas que convivió, disfrutó, se enfadó, rió, celebró, compartió pala y pico en las entrañas del canal.

Eso nos queda, chicos, las risas que nos echábamos todos juntos. Encantada de habeos conocido.

                                                                                         

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