miércoles, 16 de noviembre de 2016

LOS DOS OBJETIVOS DEL PSOE

Seguimos gritando. Cierto que, a veces, viene bien gritar para desfogarse. Una vez hecho esto se supone que después procede la reflexión y la actuación. Tengo la sensación de llevar demasiado tiempo gritando, que lo que nos rodea es un grito continuo de unos contra otros. Pero lo que jamás debe ocurrir, utilizando algunas palabras de Baroja, es que después del grito, agitado y violento, eso nos lleve al conformismo, hasta acabar como un rebaño estúpido y tranquilo.

No soy una teórica política. No suelo enmarañarme en discusiones sobre la deriva, el agotamiento o la transformación de la socialdemocracia. Mi teoría, o más bien mi utopía, se basa en la observación simple y llana del discurrir de la vida en sus múltiples facetas y con sus diversos factores sociales que la condicionan, entre ellos la economía.

Entiendo que las discusiones teórico-políticas sean muy interesantes. Pero a mí, como al resto de los mortales, nos preocupa lo que vemos, lo que intuimos, lo que sentimos.

El PSOE ha llegado a un momento en el que se han dibujado dos vertientes y en la que se discute y mucho, demasiado agitadamente, sobre lo que se debió o no hacer.

Si lo miramos desde la distancia, sin apasionamiento, podemos concluir que ambas opciones pueden ser correctas, porque todo depende del destino, el fin último al que se aspira. Y creo que una opción apunta a una sociedad productiva, quizás porque entiende que no hay vuelta atrás; otra a una economía sujeta a otras reglas, quizás nuevas. Todos queremos progresar, la cuestión está en cómo lo vamos a llevar a cabo.

Como decía José Luis Sampedro, unos tienden hacia la sociedad de mercado, donde todo es mercancía, otros hacia la economía de mercado.

La cuestión, por tanto, no es estar a favor de un sector u otro porque ambos, se supone, y no lo voy a discutir, quieren lo mismo: que los ciudadanos progresen y mejoren. La cuestión está en el cómo lo quieren y a costa de qué. Cada una representa un rumbo, una dirección, un fin de la sociedad. Y desde mi punto de vista, la actuación de la gestora apunta hacia un fin en el que prevalece la sociedad de mercado, en el que se continúa la misma senda, hasta ahora marcada, sin grandes giros, sin grandes expectativas futuras, manteniendo las estructuras y sin pensar en cambiarlas. Frente a ella están quienes tienden y aspiran a una nueva visión, en la que prevalece la persona, en la que se pretende avanzar en la solución de los problemas desde el origen, asumiendo nuevos conceptos, ensayando y sobre todo manteniendo algo más sencillo y más complicado de lograr: una economía de mercado que no someta todo a su consideración.

Puede que me equivoque y lo entienda todo mal, porque sigo siendo utópica. Pero no debía ser la única. Vuelvo a nombrar a Sampedro cuando decía que a lo mejor el error está en pensar que esto es el ocaso, cuando en realidad es la aurora. Que hay que morir un poco para renacer hacia una nueva sociedad.

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