Pero entramos ya en un período de preparación del nuevo
curso escolar y saben, no han hecho nada por hacer real la gratuidad de los
libros de texto. Por ejemplo, puestos a derogar, podían haberse puesto a
trabajar en la eliminación de un punto de otro Decreto y que hubiese supuesto
un paso en la igualdad en el acceso a la educación de todas las familias.
Pero ese Decreto se les ha olvidado; ése no ha tenido
ninguna importancia para ustedes. Al propio tiempo, hubiesen logrado regular
mejor el acceso a los libros de texto a través de los bonos, consiguiendo que
las familias pudieran acudir a cualquier librería sin temor a diferencias
cuantiosas en el precio, como ocurrió el pasado año.
Les voy a refrescar la memoria. El 13 de septiembre señalé
en un artículo que había problemas más acuciantes que el PAI y que había que
empezar a estudiar qué estaba pasando con la Ley de gratuidad; porque entre los
Institutos que elegían la modalidad de bono (incluida en el Decreto que
desarrolla la Ley de Gratuidad) se había producido una enorme divergencia entre
los bonos y el precio que debían abonar las familias. Parece que ahora vamos a
tener que señalarles que hay otros problemas más acuciantes que los conceptos.
Y es que ese Decreto 61/2010 admite el copago de los libros
gratuitos en su artículo 16, punto 2, que dice concretamente “que si la aportación
de la Administración resulta negativa, la diferencia la costearán los
representantes legales de los alumnos”.
Y no se dan cuenta de que ello supone un grave problema,
porque existe una incongruencia con la propia Orden Foral de subvenciones, que
no admite ayudas para adquisición de libros de texto, ya que se supone que son
gratuitos.
Por eso, espero que el bono que se cursa para adquirir los
libros de texto en algunos institutos sea igual al coste de los libros; porque
de no ser así, ya les digo que no me vengan a hablar, ni a presumir, de
políticas de izquierda; no me hablen de políticas sociales, porque pueden dejar
a muchas familias con problemas a la hora de lograr que sus hijos pueden ir a
estudiar en las mismas condiciones que otros más afortunados, quizás los suyos.
No han pensado en ello, ¿verdad? Eso sí, podrán tener en sus libros el concepto
de Euskalerria, si consiguen comprarlo.
¿Saben que el año pasado llegó a haber diferencias de hasta
80 euros? Evidentemente, muchas familias pueden costear ese dinero, no en vano
los libros son una inversión que las familias hacen en la educación de sus
hijos. Pero, en este caso, con la Ley de gratuidad, los libros se los queda la
Administración. Además, hay otras muchas familias que no pueden; familias, algunas
hasta pueden ser monoparentales, que a lo mejor tienen que costear los libros
de tres niños, o de cuatro. Pero no, no han pensado en ello, estaban a lo suyo,
al concepto de Euskalerria. Oigan, que me parece muy bien, que cada cual tiene
sus prioridades ideológicas, pero luego no me vengan presumiendo de su política
de cambio social.
Les recuerdo, a su vez, que la Apyma del Instituto Benjamin
de Tudela remitió una Instancia al Consejero de Educación, el 2 de diciembre de
2015 señalándoles la misma cuestión e instándoles a derogar ese artículo 16,
punto 2 de ese Decreto Foral. Pero parece ser que no han tenido tiempo, que
entre símbolos y conceptos, los meses han ido pasando, o que andaban en otros
menesteres mucho más importantes para ustedes que una política de igualdad,
universalidad y gratuidad en la Educación.
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