Era de esperar que, ante los
problemas que estamos sufriendo, surgiese un salvador al estilo de los
predicadores, repitiendo un sonsonete que repiten todos los representantes del Partido Podemos
en todas las Comu
nidades. Nadie se sale del guión. Además han logrado llevarse
el voto nacionalista, pues era lo que esperaban: un partido estatal que les
diera lo que quisieran.

Y es normal que la gente quiera
agarrarse a algo, a una posibilidad, por mínima que sea. La entiendo, aunque yo
desconfío porque en sus palabras se vislumbra, se intuye la huella de la
manipulación sociológica y psicológica.
Pero no me voy a entretener con
algo evidente, sino con el Partido Socialista, donde se repite el mismo modelo
en muchos lugares sea la federación Madrileña, la Navarra o la Agrupación de
Tudela: dos o más bandos enfrentados por el poder y una inmensa, ingente
cantidad de personas con sueños, con ilusión, con ideas, con valentía que
observa pasmados cómo unos pocos, muy pocos, quieren dejarse ver, mostrar, como
dirían en Francia, su savoir faire, su retórica, sus estrategias, alimentar su
ego personal mediante sesudos análisis, pero sin una pizca de ilusión.
Y creo, sencillamente, que es así,
porque si esos sesudos analistas estuvieran hablando de ideas, de proyectos, de
ilusión no se enzarzarían en batallas descalificadoras, las primarias serían
reales y no una refriega de cuchillos, y no habría alegría irónica con la pérdida de
votos, sino que colaborarían en le
debate, en la discusión positiva, en levantar la cabeza y mirar al frente para
seguir luchado por lo que creen y, sobre todo, por escuchar a esos verdaderos
socialistas.
Porque los verdaderos socialistas
no son esas cabezas pensantes, son la gente que hay detrás. Aquéllos que han
ido el día de las elecciones con su voto en la mano, orgullosos de ser lo que
son; son aquellos que han estado currándose las mesas, esperando la pequeña
alegría de un voto más. Esos que han vivido las mejoras que, en el pasado, les
ha proporcionado su partido. Son ellos los que sienten. Ellos son el verdadero
partido socialista. Y si la gente viese esa imagen, la verdadera, y no las
cabezas pensantes luchando cada día por su pequeño trocito de protagonismo,
quizás y sólo quizás, otro gallo nos cantaría.
Pero no, lo que ven es que cada
vez que hay pérdida de votos, los gallos secundarios se lanzan como hienas a la
carnaza. Y los socialistas de verdad, que lo que desean es ver un aliento, un
seguiremos luchando, un agradecimiento, asisten pasmados al espectáculo del
reparto de migajas y las risas complacidas.
Por eso a mi no me verán con los
sesudos. Me verán disfrutando, pasándolo bien con esos socialistas de verdad,
que se ilusionan con un pequeños voto más y un adelante compañeros. Porque a mi
me gusta seguir soñando con una sociedad más humana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario