lunes, 18 de noviembre de 2013

CONFERENCIA POLÍTICA: ORGULLO Y HUMILDAD

Hay una primera reflexión que me surge tras la Conferencia Política del PSOE: en nuestro partido hay gente muy preparada, con ideas, con ilusiones, es decir, existe un gran futuro y gentes muy diversas, de izquierdas, que pueden verse incluidas en este proyecto. Porque nadie sobra y todos podemos aprender y enseñar. Una segunda es que hemos hablado y nos hemos escuchado; y tercero hay que mantener la ilusión, aún cuando nuestros mayores deseos no se hayan cumplido. Porque yo soy de las que opino que la primera fase ha sido importante. Un largo proceso de participación ciudadana con debates en las que todos podíamos participar. Después llegó la Conferencia a la que llegaron miles de enmiendas y donde se intentó sumar todas las sensibilidades. Pero ahora viene la segunda que es la más interesante: los hechos, aplicar el proyecto, desde arriba y desde abajo.
Tampoco hay que obviar un  tema, y es que hay quienes no han salido tan conformes, quienes vuelven a desconfiar de todo, porque todo lo que pensaban no ha salido de la Conferencia. Con ellos también hay que contar, incluso más, y a ellos hay que dirigir nuestras actuaciones a partir de ahora, para que vean que es posible, con el camino iniciado, empezar a cambiar las cosas. Pero, del mismo modo, si alguien se siente escéptico también debe hacer su propia reflexión. ¿Qué esperábamos cada cual de la Conferencia? ¿Qué todos estuvieran de acuerdo con nuestras tesis? Personalmente, yo que tuve la posibilidad de estar allí y participar en el debate, también tuve mis pequeñas desilusiones. Por ejemplo, entre las enmiendas que presenté no pasó la de relacionar las retribuciones de los cargos públicos con el trabajo, otras sí. Pero esa que pretendía que los ciudadanos pudieran comprobar el trabajo que hacen sus representantes no lo hizo. No estuve de acuerdo tampoco con la respuesta, porque dejaba a los concejales de los municipios como simples controladores de obras, cuando en los pueblos también se hace política. Y sin embargo, María González Veracruz, en la presentación de las conclusiones, habló de que su agenda estaba abierta para demostrar a la gente que se trabajaba, que no se está para aparentar. Hasta el propio Rubalcaba utilizó parecidos argumentos a los que utilicé en su defensa, señalando que somos el partido de los trabajadores y que lo que nos diferencia es el trabajo.
Sin embargo, no pasó la criba. Bueno, no la incluyeron, pero eso no quiere decir que nosotros no debamos, como militantes, exigirlo y como cargos demostrarlo e insistir en ello.
 Las cuestiones que no fueron incluidas no desaparecen, siguen estando ahí, porque quizás, hay que trabajarlas más.
¿Acaso pretendemos que triunfen nuestras premisas sin pensar que hay otros que tienen otras? ¿Acaso olvidamos que somos democráticos? Si hubiesen triunfado quienes hoy están desilusionados habría, del mismo modo, otros que estarían también desilusionados. De cualquier forma,  yo no tuve la impresión de que nadie se sintiese ganador, ni perdedor porque de lo que se trataba es de sumar.
¿Qué pasa con la humildad? No es un concepto religioso, es un concepto humano que debemos rescatar. Humildad para reconocer los errores; humildad para saber aceptar que lo que pensamos, quizás, no sea lo que piensa la mayoría; humildad para entender que nadie puede proclamarse mejor que nadie. Humildad. Cierto, la misma humildad que como afiliados debemos rescatar, deben también rescatarla aquellos que están encumbrados en sus cargos. La humildad de saber escuchar y de hablar claramente a sus compañeros y vecinos; de creer que ellos también son capaces de entender las complicaciones de gobernar una nación con una pluralidad de sentimiento y pensamiento, a la par que dependiente de una economía globalizada.
Pero no debemos quedarnos en la humildad. Además hay que rescatar el orgullo. El orgullo de ser socialista. Así entendí yo el “hemos vuelto”. Porque debemos ir con la cabeza bien alta. Habremos cometido errores, pero hemos intentado que este país sea más igualitario, más social y, lo que es más importante, más humano. Nos pudo la economía, los grandes poderes económicos, pero es normal, esos no entienden de humanidad.

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