Hay una primera reflexión que me
surge tras la
Conferencia Política del PSOE: en nuestro partido hay gente
muy preparada, con ideas, con ilusiones, es decir, existe un gran futuro y
gentes muy diversas, de izquierdas, que pueden verse incluidas en este
proyecto. Porque nadie sobra y todos podemos aprender y enseñar. Una segunda es
que hemos hablado y nos hemos escuchado; y tercero hay que mantener la ilusión,
aún cuando nuestros mayores deseos no se hayan cumplido. Porque yo soy de las
que opino que la primera fase ha sido importante. Un largo proceso de
participación ciudadana con debates en las que todos podíamos participar.
Después llegó la Conferencia a la que llegaron miles de enmiendas y donde se
intentó sumar todas las sensibilidades. Pero ahora viene la segunda que es la
más interesante: los hechos, aplicar el proyecto, desde arriba y desde abajo.
Tampoco hay que obviar un tema, y es que hay quienes no han salido tan
conformes, quienes vuelven a desconfiar de todo, porque todo lo que pensaban no
ha salido de la
Conferencia. Con ellos también hay que contar, incluso más, y
a ellos hay que dirigir nuestras actuaciones a partir de ahora, para que vean
que es posible, con el camino iniciado, empezar a cambiar las cosas. Pero, del
mismo modo, si alguien se siente escéptico también debe hacer su propia
reflexión. ¿Qué esperábamos cada cual de la Conferencia? ¿Qué todos estuvieran
de acuerdo con nuestras tesis? Personalmente, yo que tuve la posibilidad de
estar allí y participar en el debate, también tuve mis pequeñas desilusiones.
Por ejemplo, entre las enmiendas que presenté no pasó la de relacionar las
retribuciones de los cargos públicos con el trabajo, otras sí. Pero esa que
pretendía que los ciudadanos pudieran comprobar el trabajo que hacen sus
representantes no lo hizo. No estuve de acuerdo tampoco con la respuesta,
porque dejaba a los concejales de los municipios como simples controladores de
obras, cuando en los pueblos también se hace política. Y sin embargo, María
González Veracruz, en la presentación de las conclusiones, habló de que su agenda
estaba abierta para demostrar a la gente que se trabajaba, que no se está para
aparentar. Hasta el propio Rubalcaba utilizó parecidos argumentos a los que
utilicé en su defensa, señalando que somos el partido de los trabajadores y que
lo que nos diferencia es el trabajo.
Sin embargo, no pasó la criba. Bueno , no la
incluyeron, pero eso no quiere decir que nosotros no debamos, como militantes,
exigirlo y como cargos demostrarlo e insistir en ello.
Las cuestiones que no fueron incluidas no
desaparecen, siguen estando ahí, porque quizás, hay que trabajarlas más.
¿Acaso pretendemos que triunfen
nuestras premisas sin pensar que hay otros que tienen otras? ¿Acaso olvidamos que
somos democráticos? Si hubiesen triunfado quienes hoy están desilusionados
habría, del mismo modo, otros que estarían también desilusionados. De cualquier
forma, yo no tuve la impresión de que
nadie se sintiese ganador, ni perdedor porque de lo que se trataba es de sumar.
¿Qué pasa con la humildad? No es
un concepto religioso, es un concepto humano que debemos rescatar. Humildad
para reconocer los errores; humildad para saber aceptar que lo que pensamos,
quizás, no sea lo que piensa la mayoría; humildad para entender que nadie puede
proclamarse mejor que nadie. Humildad. Cierto, la misma humildad que como afiliados
debemos rescatar, deben también rescatarla aquellos que están encumbrados en
sus cargos. La humildad de saber escuchar y de hablar claramente a sus compañeros
y vecinos; de creer que ellos también son capaces de entender las
complicaciones de gobernar una nación con una pluralidad de sentimiento y
pensamiento, a la par que dependiente de una economía globalizada.
Pero no debemos quedarnos en la humildad. Además
hay que rescatar el orgullo. El orgullo de ser socialista. Así entendí yo el
“hemos vuelto”. Porque debemos ir con la cabeza bien alta. Habremos cometido
errores, pero hemos intentado que este país sea más igualitario, más social y,
lo que es más importante, más humano. Nos pudo la economía, los grandes poderes
económicos, pero es normal, esos no entienden de humanidad.
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