lunes, 6 de mayo de 2013

ABORTO: UNA CUESTIÓN DE PROTOCOLO

El puritanismo, a veces, es incomprensible y entorno al aborto aún más. Replantearse ahora el tema de los supuestos por malformaciones es ya el acabose. Hay muchos argumentos entorno al derecho al aborto. El problema está en quienes apuntan que existe una persona, un niño, casi incluso desde la concepción, algo que nos llevaría a una deriva esquizofrénica y quizás existe niño sólo con pensarlo. Por eso, uno de los argumentos más firmes es el principio de igualdad, por una lado, y la hipocresía que subyace entre quienes se empecinan en el no, ya que ponerse a hablar de cuándo hay niño o no, no nos llevaría a ningún sitio. Por eso, no vale la pena hablar de niños. Vale la pena hablar de situaciones, de contextos. Una persona no sólo nace, se desarrolla y, en ese desarrollo entramos los otros.

A la igualdad hay que añadir la falta de congruencia. Para entendernos, aceptemos pulpo como animal de compañía y hablemos de niños. Quienes dicen proteger el derecho a los niños, no incluyen a todos los niños, depende de quién decida si viven o no. Si la madre decide no tenerlo, está mal, si es el Estado el que lo decide está bien. Me explico. En Navarra, por ejemplo, son tan pulcros que los abortos de las madres recogidos en la actual Ley no se practican, se mandan a otras Comunidades o las clínicas que lo practican sufren escraches de continuo, de los que poco o nada habla la derecha. Sin embargo, ese mismo Gobierno tan pulcro, esa derecha tan protectora, en sus protocolos de sanidad señalan que es necesario que las madres que abortan de forma natural, por algún problema físico, tengan que llegar a los tres abortos para que les hagan un análisis específico sobre su problema de salud. Y es que según señalan los pulcros de la sanidad navarra, abortar es lo más natural del mundo, es de suponer que cuando lo decide Dios. Sí, eso es lo que dicen. En este caso ya no importa que se mueran tres “niños” por el camino, esos dan igual porque es una cuestión de protocolo sanitario  o de la mano de Dios, aunque hubiesen podido salvarse con un pequeño tratamiento de anticoagulantes a la madre embarazada, por poner un ejemplo, y eso es ir en contra de la voluntad divina. Ahora bien, como sea la madre la que decide, es una asesina, hay que proteger a ese “niño”. Si la madre decide tenerlo, miramos para otro lado, pero como decida no tenerlo, ahí entramos a saco porque hay que salvar al niño sea viable o no. Y a los demás que les den por…. Vaya incoherencia malintencionada.

 

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