A la igualdad hay que añadir la
falta de congruencia. Para entendernos, aceptemos pulpo como animal de compañía
y hablemos de niños. Quienes dicen proteger el derecho a los niños, no incluyen
a todos los niños, depende de quién decida si viven o no. Si la madre decide no
tenerlo, está mal, si es el Estado el que lo decide está bien. Me explico. En
Navarra, por ejemplo, son tan pulcros que los abortos de las madres recogidos
en la actual Ley
no se practican, se mandan a otras Comunidades o las clínicas que lo practican sufren escraches de continuo, de los que poco o nada habla la derecha. Sin embargo, ese mismo Gobierno
tan pulcro, esa derecha tan protectora, en sus protocolos de sanidad señalan
que es necesario que las madres que abortan de forma natural, por algún
problema físico, tengan que llegar a los tres abortos para que les hagan un
análisis específico sobre su problema de salud. Y es que según señalan los
pulcros de la sanidad navarra, abortar es lo más natural del mundo, es de
suponer que cuando lo decide Dios. Sí, eso es lo que dicen. En este caso ya no
importa que se mueran tres “niños” por el camino, esos dan igual porque es una
cuestión de protocolo sanitario o de la
mano de Dios, aunque hubiesen podido salvarse con un pequeño tratamiento de
anticoagulantes a la madre embarazada, por poner un ejemplo, y eso es ir en contra de la voluntad divina. Ahora bien, como sea la madre la que
decide, es una asesina, hay que proteger a ese “niño”. Si la madre decide
tenerlo, miramos para otro lado, pero como decida no tenerlo, ahí entramos a
saco porque hay que salvar al niño sea viable o no. Y a los demás que les den
por…. Vaya incoherencia malintencionada.
lunes, 6 de mayo de 2013
ABORTO: UNA CUESTIÓN DE PROTOCOLO
El puritanismo, a veces, es
incomprensible y entorno al aborto aún más. Replantearse ahora el tema de los
supuestos por malformaciones es ya el acabose. Hay muchos argumentos entorno al
derecho al aborto. El problema está en quienes apuntan que existe una persona,
un niño, casi incluso desde la concepción, algo que nos llevaría a una deriva
esquizofrénica y quizás existe niño sólo con pensarlo. Por eso, uno de los argumentos
más firmes es el principio de igualdad, por una lado, y la hipocresía que subyace entre quienes se empecinan en el no, ya que ponerse a hablar de cuándo hay niño o no, no nos llevaría
a ningún sitio. Por eso, no vale la pena hablar de niños. Vale la pena hablar
de situaciones, de contextos. Una persona no sólo nace, se desarrolla y, en ese
desarrollo entramos los otros.
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