martes, 7 de junio de 2011

LA ESPECIFICIDAD DE NAVARRA


¿Cómo puede ser que Bildu haya obtenido unos resultados tan espectaculares? Se preguntan muchos. Posiblemente desde cualquier Comunidad española se haya mirado al País Vasco y Navarra como especimenes raros, preguntándose si, acaso, nos habíamos vuelto locos. Y no es así, es tan simple como una reacción básica de estímulo-respuesta. A una radicalización de la derecha sucede una radicalización de la izquierda y viceversa. Posturas únicas y encontradas en las que se establecen unas consignas en las que no caben intermedios, ni, por tanto, posibilidad de entendimiento. Unos se erigen como únicos defensores de la identidad de Navarra, otros la asocian a otros entes. Ambos, mantienen unos votantes fijos que no se replantean nada, votan a su partido haga lo que haga y pase lo que pase. Algo que no es exclusivo de Navarra, ya que esa actitud es la misma en la derecha radical establecida en toda España; si no, no se entendería que ante casos de corrupción siguieran votando a su partido, incluso, con más ahínco, algo impensable en otros partidos.

Y en medio de todo esto, en Navarra, aparece el Partido Socialista, que hoy tiene una buena papeleta a la hora de decidir con quién va a estar tras las elecciones Autonómicas y municipales. Un partido que no se plantea el tema de la identidad de Navarra, porque, sencillamente, se sobreentiende, no hay que abanderar ninguna lucha. Por otra parte, siempre se está replanteando sus objetivos a tenor de la actualidad, muy al contrario de los partidos radicales que se basan únicamente en sus consignas para después entrar en lo demás, es decir, en la política y la gestión. Así lo ha dado a entender Yolanda Barcina que a la hora de negociar ha mencionado la identidad de Navarra como uno de los dos puntos de los que parten y al que no renuncian. El partido socialista también cuenta con una base que le sigue, pero tiene una serie de votantes que unas veces están con él y otras no. Personas que, como el partido, se replantean sus prioridades según la situación que se viva en cada momento.

No pretendo, por ello, entrar a valorar hacia qué partido debe tender el partido socialista, primero porque donde hay capitanes no mandan marineros y porque, tal vez, el debate debe dejar de ser ese. Debe dejar de establecerse la prioridad de los partidos y tender hacia la prioridad de las personas, esto es, plantearse qué prioridades tengo, qué objetivos de desarrollo social y económico tengo y a partir de ahí pensar con quién voy a conseguir esos objetivos.

De lo contrario caeríamos en la trampa de las ideas preconcebidas, de los prejuicios históricos, de las etiquetas y adjetivos y no tendríamos en cuenta la realidad de cada momento.

Retomando lo que diría Julio Anguita es hora de hablar de “programa, programa, programa”, pero no sólo de eso, sino también de ilusión, de trabajo y, sobre todo, de determinación a la hora de plantear las cosas, con discursos claros, directos a la ciudadanía y sin medias tintas.

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