jueves, 11 de febrero de 2021

EL CONCEPTO DE IDENTIDAD NO ESTEREOTIPADO

¿Identidad de género? ¿Por qué Montero divide la identidad? La identidad es una cuestión mucho más compleja y es propia de cada cual. Además, el género es un concepto social que alude a roles. Suponía que estábamos luchando por evidenciar la igualdad de hombres y mujeres, no estereotipando. Si establecemos una identidad de género estamos diferenciando socialmente. Montero está cayendo en una contradicción. Estamos intentando legislar las relaciones sociales. No voy a entrar en las cuestiones de derecho de la Ley, que para eso hay juristas, sino en cuestiones conceptuales, de pensamiento, con las cuales interpretamos el mundo que nos rodea.

Vamos a ir diferenciando conceptos: sexo es lo que tenemos entre las piernas al nacer, es decir, es algo orgánico, biológico. No se elige. Puedes no sentirte identificado, pero eso no ocurre al nacer.

Género alude a cuestiones sociales que diferencian los comportamientos de hombres y mujeres por roles, formas de comportamiento o por la propia naturaleza que nos dota con unas cualidades o con otras.

Identidad es un concepto mucho más complejo que todavía se sigue discutiendo. En suma, es un conjunto de caracteres que diferencian a un individuo y que lo van formando a lo largo de su vida. Es una conjunción del genotipo y el fenotipo, de lo propio, de su mirada, y de lo social, de la mirada del otro. Se podría añadir otros aspectos, pero no vamos a profundizar en ello.

La identidad es un concepto que pretende señalar la diferencia entre unos y otros, porque somos diferentes. Lo malo es que estamos intentando homogeneizar a la población y acabamos encuadrándola en determinados grupos; es decir, estereotipando. Existe un error de base a la hora de plantearse las minorías o los grupos, digamos, diferentes. Esas minorías o esos diferentes sólo son identidades que, como tal, son diferentes; requieren respeto, pero no por ser minorías, sino por ser personas. Normalmente, se tiende ahora a negar la diferencia, como si las diferencias fuesen algo malo y, en realidad, es algo bueno. Nos empeñamos en desterrarlas cuando lo que hay que hacer es valorizarlas.

Si calificamos la identidad como de género, cultural, nacional, perdemos la cualidad individual de persona que es la que realmente merece el respeto, de forma que estamos señalando y valorando al fenotipo olvidando el genotipo.

Y así acabaríamos diciendo: este grupo minoritario merece respeto, aunque haya uno que, individualmente, haya cometido un delito.

Manejar el concepto de identidad, al igual que el de democracia, con tanta banalidad puede acarrear problemas en la concepción de las relaciones humanas que son o deben ser entre individuos respetuosos.

Volviendo al tema, con el famoso proyecto de Ley, se supone, o así lo entendía yo, que lo que se pretendía es que la mirada social se equiparase a la mirada que tenemos a cualquier otra persona, con su forma de ser propia. Ahí ya nos hemos metido en un jardín porque solemos enjuiciar a todo hijo de vecino a través de los malditos estereotipos, pero, es cierto, que hacia estos grupos puede haber miradas más violentas.

Pero si yo me he metido en un jardín con lo de enjuiciar, Montero se ha metido en una selva, porque si entonamos la identidad de género estamos diferenciando a hombres y mujeres. A no ser que lo que queramos es hacer esa diferencia para enfatizar el valor y el poder de las mujeres sobre los hombres, lo que conllevaría que la mujer acabase haciendo lo mismo que lo que se supone que el hombre ha hecho con ellas; lo cual nos llevaría a que somos iguales. Por tanto, para qué puñetas tanto lío, para qué volver a pelearnos en el barro ¿Por qué no respetarnos en nuestras diferencias individuales, no grupales?

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