jueves, 3 de septiembre de 2015

LASTIMA DE CONMOCION

El mundo, las conciencias se han despertado por una foto dramática. Sí. Me conmueve, me entristece, pero también, al contrario que a mucha gente, me produce lástima. Lástima de que una foto les conmueva, pero no les haya conmovido el hecho de que cada año UNICEF o Save de Children o multitud de Agrupaciones les hablen de miles de niños muertos de hambre, de sed, de guerras, de persecución. Ahí las conciencias ni se mueven. Hace falta una foto ¡Vaya por Dios! Una foto y todos se levantan. El problema será hasta cuándo; como en tantas catástrofes y tragedias, siempre hay un límite de caducidad en nuestra conciencia.

Porque, lamentablemente, después querremos volver a nuestras vidas, a esas cosas que creemos que nos hacen felices. Olvidamos que para que nosotros vivamos como vivimos es necesario que otros mueran de hambre porque la tierra no da para más. Decimos hay que compartir, pero sin renunciar a ese par de zapatos que solo nos pondremos una, dos o tres veces en la vida.

Nos agrada y nos complace el ex Presidente de Uruguay, José Mújica, pero somos incapaces de vivir como él, con lo que realmente nos hace felices, con tiempo, tiempo para disfrutar de esas cosas que no se producen en una fábrica, sino que son producto de la tierra, del mundo, de la humanidad. Incapaces de disfrutar de nuestro cuerpo, del amor a la vida, condicionados por un pasado religioso sea católico, mahometano o del Dios que quiera cada cual, porque todos parecen poner condiciones a la vida.

Y echamos la culpa a los Gobiernos, que la tienen, pero no nos olvidemos de nosotros, que también; que queremos seguir viviendo en nuestro islote occidental, fuera de toda tragedia, lavando nuestra conciencia con donativos, pero sin cambiar un ápice nuestra forma de vida, nuestra visión de la vida y la felicidad. Una vida y una felicidad que se limitan a tener cosas. ¡Qué pena! Lástima de humanidad que entrega su ser a las cosas materiales y olvida las inmateriales.

Somos incapaces de pensar que debemos cambiar, que debemos empezar a pensar que la tierra merece nuestros respeto y respetando la tierra, respetaremos a nuestros semejantes.

Nos va costar cambiar. Pero sería bueno empezar a pensar que ese cambio es necesario, que el trabajo debe sustentarse en el objetivo de la felicidad inmaterial, no en el simple objetivo de producir para ganar dinero y consumir productos que otras fabrican. Fabriquemos Felicidad y conciencia, en lugar de cosas. Seguro que así no volverá a conmovernos una foto, sino nuestras propias actitudes.

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