domingo, 14 de julio de 2024

LOS ERRORES EN LA GESTIÓN DE LA INMIGRACIÓN

Es curioso cómo los políticos y los medios trapichean con el discurso informativo. De un tiempo a esta parte, veo que ciertos medios llevan a cabo reportajes mostrándonos las vicisitudes y momentos terroríficos que han experimentado estos los jóvenes y no tanto que llegan a nuestras costas buscando un futuro. Y no lo discuto, tiene que ser duro marcharse a un lugar del que nada sabes y que no imaginas lo que vas a encontrar; el problema viene cuando lo saben y vienen preparados. 
Como en toda sociedad existe gente que se acopla y gente que no, hay gente buena y gente mala. Muy pocas veces tenemos en cuenta la cultura, la estructura de valores primarios que existen en sus sociedades de procedencia. Hay inmigrantes que se han adaptado perfectamente a nuestra sociedad, tienen sus negocios, su vida planificada. Yo conozco a alguien; pero si ahondamos y vamos más allá de lo visible, esa persona vive casi igual que nosotros, pero no su familia. Su hermana pequeña, que trabajaba en el negocio, despareció porque fue casada con alguien mayor que ella y nunca más la vimos. Por tanto, hay una diferencia primordial y algo que procede de las raíces primarias. También conozco otra familia que trata a sus descendientes de la misma forma. 
El problema, siempre se ha dicho, es lograr que esos países se desarrollen. Nunca lo conseguimos porque vamos allí con nuestros discursos sobre igualdad, libertad y democracia, conceptos que son ajenos a su cultura y costumbres. Eso lo han estudiado ciertas corrientes antropológicas. Incluso en países desarrollados, metemos la pata porque no conocemos su estructura de valores, de comportamiento, de lenguaje. Porque el lenguaje no son sólo palabras. 
Cuando los españoles emigramos, lo hicimos con toda nuestra mochila, pero en Europa teníamos una historia común. Por eso me ha dado por pensar en la llegada de los españoles a América, ahora muy denostada, pero que es un ejemplo de cómo se introdujeron nuestras costumbres en esos territorios donde vivían multitud de tribus con distintas estructuras. Y esa introducción no se produjo sólo por las armas, sino que implicó una labor de reconocimiento y de inclusión, de comunicación primaria: la religión. Porque la religión existe mucho antes que la incursión del cristianismo. Es la forma primigenia de entender la vida humana, de dotarse de unas normas para la convivencia. No vamos a valorar lo bueno o lo malo que puedan tener, sino lo que suponen para que las personas no se maten o luchen unas con otras sin una razón aparente, que puede ser ridícula, pero no bajo su estructura. Si nosotros llegamos y nos convertimos en adalides de conceptos desconocidos como la democracia, nos salen dictadores a millares que van a imponer su entendimiento sobre cómo han de vivir sus conciudadanos. 
 Y ahí andamos, luego llegan aquí y seguimos con la misma matraca: todo el mundo es bueno, es igual, es libre (aunque no lo sea) y , claro, se lo toman a la tremenda, siguen aplicando sus normas primarias porque las nuestras les suenan a bagatelas y así acaba una chica guapa, encantadora, trabajadora casada con un viejo al que tendrá que atender y obedecer porque así es su cultura, porque su cultura es buena, es respetable, es libre como cualquier otra. 
 O así es como lo contamos a los que llegan.

sábado, 6 de julio de 2024

LA ILUSORIA IGUALDAD EDUCATIVA QUE NOS INCULCAN: UNA CÁNDIDA ILUSIÓN PARA CULPARNOS

La idea de igualdad sobrevuela cada uno de los aspectos de la política: igualdad de sexos, de educación, de sanidad, de justicia. Bien sabemos que esto no es así, que el concepto de igualdad es una entelequia a la que, supuestamente tendemos y no logramos. En la educación, actualmente, su carácter público da una ilusoria sensación de igualdad. De hecho, en política se glorifica dicho concepto, sin profundizar en el grado de ejecución. Porque la economía está ahí para evidenciar que sigue siendo una entelequia, por mucho adjetivo público que se le añada. Hablemos de Educación con mayúsculas. En los 80 no era fácil para muchas familias enviar a sus hijos estudiar, pero hacían un esfuerzo enorme a costa de otras muchas cosas. Hacia esos años se iniciaron las becas, pero eran inminentes y había muchos fallos, porque nos topábamos con una sociedad que siempre ha sido muy pícara. Un ejemplo, de esta picaresca que ocurría en aquella época era la costumbre de mucha gente de poner su patrimonio a nombre de abuelos con lo cual podían pedir becas en detrimento de otros. Pero la educación y los controles de patrimonio han cambiado mucho, aunque quien tiene dinero, tiene consejeros. Se han ampliado las becas y otras ayudas, aunque siempre son mejorables para que equitativas; el número de universidades ha aumentado y se ha descentralizado, acercándolas más a los ciudadanos.
Sin embargo, es curioso que los modelos de estudio han cambiado. Creo que estamos en el plan Bolonia. Qué ha conllevado este cambio en la práctica, que el objetivo puede ser bueno, no lo discuto, luego están consecuencias. Se ha pasado de la licenciatura al Grado que para ser equiparable a licenciatura tiene complementarse con un Master, por supuesto, este Máster es pagado. Porque el plan pretende que la Universidades vayan financiándose ellas mismas. En la Formación Profesional, ocurre lo mismo; existen Grados Superiores pero que es necesario complementar con cursos a posteriori, ya que cualquier oferta de empleo viene condicionada a la realización de otro tipo de cursos en otras escuelas que, en ciertos Grados he comprobado que el propio Ministerio las publica. Por supuesto, hay que pagarlos y estos cursos dudo que tengan becas. De la Formación de Grado Medio, no tengo mucha información porque está destinada a cubrir puestos de trabajo que demandan las empresas. Pura economía. Descendamos en el escalafón a otras formaciones. El bachillerato, por ejemplo. Ahí nos encontramos con institutos públicos que compiten ofreciendo todo tipo de bachilleratos internacionales, bachibac en francés y otros que vendrán, supongo que alguno económico, visto lo visto. Este tipo de bachilleratos, aunque se impartan en colegios públicos, suponen para las familias un desembolso adicional que, algunas, no pueden permitirse. Esto es, la igualdad queda relegada en aras de una mayor implicación de lo público con la economía. Lo mismo ocurre si nos vamos a la enseñanza primaria donde los niños inician carreras incansables de clases de refuerzo. Por tanto, la igualdad sigue siendo un concepto idealista que parece imposible de alcanzar ante la imperiosa necesidad de estimular la economía. El esfuerzo que muchos mencionan para obtener resultados es una falacia que nos hace vivir una continua sensación de culpabilidad. No es cierto que si te esfuerzas lograrás tus objetivos. Sí que habrá casos, la mayoría se encontrarán con grandes problemas que los gestores políticos ni siquiera pueden imaginar. Dichos gestores suelen hablar a la ciudadanía de los esfuerzos que hizo su familia y que hizo el mismo para llegar a donde están. No cuentan qué tipo de familia tenía, los ingresos, los apoyos, los padrinos, etc. Porque el esfuerzo que uno hace en una situación económica débil es exponencialmente superior al que llega desde una economía saneada. Pero no les interesa hablar de eso. A pesar de todo, tras los esfuerzos, los estudios les toca salir y buscar su lugar en el mundo. Un mundo en el que se lucha contra otros para eliminarlos en una competencia feroz. No vamos a entrar en la esfera de las empresas privadas. Vamos a lo público. Se puede acceder a trabajar en la administración. Ahí nos encontramos, nuevamente, con otras desigualdades. En principio, el acceso a la Administración está regido por los principios de igualdad, mérito y capacidad. Pero sólo en su proceso administrativo, no cuentan con los desajustes reales existentes en la sociedad, eso no va con ellos. No hablaré de las incongruencias que se producen en los procesos porque no es el caso de hablar mal de la Administración, eso será en otro momento. En este acceso cabe hablar de que cada opositor llega a esta fase con una mochila muy distinta: unos pueden dedicarse únicamente a estudiar, añadiendo un dinerillo extra en Academias; otros tienen que estudiar y trabajar (la ley del esfuerzo se cae por su propio peso). Incluso hay quien además de trabajar y estudiar tenga otras obligaciones. Y si ahondamos en otro nivel que requiere de un estudio más exhaustivo en el que quiero inmiscuirme de aquí a que tenga tiempo. Nos vamos a otras entidades públicas que las hay de todo tipo y condición. En este caso nos sumergimos en el diverso ámbito que va desde entidades de Comunidades de comunidades autónomas hasta locales y sus mancomunidades. Si profundizamos en ellas, la Ley de transparencia parece diluirse; en algunas podemos comprobar la observancia de las convocatorias públicas. En cambio, en otras, se puede establecer un oscurantismo. De hecho, quién no ha oído la consabida frase “ahí entras si conoces o si tienes padrino”. Y no pasa nada, se asume como algo establecido. En suma, vivimos una cándida ilusión de igualdad, basada en el discurso del esfuerzo que no es otra cosa que culpar al ciudadano de su incapacidad.