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Hoy, a tenor del movimiento en contra
de ciertos hábitos femeninos y masculinos, estamos entrando en una
dinámica que nos puede llevar a una mayor confusión.
Los seres humanos siempre hemos
utilizado nuestro cuerpo para enviar mensajes sean territoriales,
sexuales, jerárquicos, de temporalidad…que nos constriñen, pero
que son necesarios incluso para rebelarse contra ellos, pero sin
eliminarlos, sino modificándolos.
Buscamos el contacto y nuestra
definición previa hacia el otro. Hemos establecido formas de
relación como estrecharse la mano o la definición de nuestro sexo.
La ropa ha sido un elemento esencial:
ha sido utilizada para señalizar emociones, orgullo..; por ejemplo,
en la mujer señala la parte del cuerpo de la que se siente más
orgullosa. Los elementos ha evolucionado conforme a la libertad. La
falda fue reduciéndose a medida que la libertad sexual fue
aumentando o los escotes ampliándose. Y esa señal, evidentemente,
espera una respuesta que no es otra que la mirada del otro. Las
señales se producen con un objetivo, significar.
Ahí es donde quería llegar. Hoy
insistimos en negar la respuesta a la señal porque, en ciertas
ocasiones, sobre todo en las señales emitidas dentro de los sistemas
primarios de mensajes sexuales, las consideramos machistas,
negativas. Cierto que hay reacciones exageradas o incluso violentas,
pero eso está fuera de la interacción necesaria, es una reacción
fuera del sistema en el que nos encontramos; es una perturbación de
la comunicación, ya que se transforma en una sistema de otro tipo:
jerárquico, guerrero, territorial.. Del mismo modo, que hay señales
en otras culturas que nos perturban porque no entran dentro de
nuestro sistema.
Imaginen un mundo por el que
anduviésemos con la mirada indiferente de los demás, emitiendo
señales, de las que no somos conscientes en las mayoría de la
ocasiones, porque son asumidas, aprendidas. Imaginen a chicos y
chicas entrando en un local de reunión evitando miradas y
respuestas. Imaginen un mundo que no reaccione ante la belleza, la
delicadeza, la provocación, el deseo, las emociones…
No luchemos contra las señales,
simplemente hay que conocerlas y ubicarlas en su contexto, en su
sistema primario. Podemos transformas como la falda, pero no eliminar
la respuesta: unas piernas bonitas seguirán siendo unas piernas
bonitas y los hombros bien contorsionados seguirán siendo esos
hombros fuertes que esperas.