miércoles, 12 de octubre de 2016

QUIERO GRITAR

Nunca he sido políticamente correcta, quizás un día lo fui, pero se me pasó. Ni pretendo serlo, como algunos. Pero no soporto la rendición de mi partido y de otras organizaciones, como los sindicatos. La rendición como estructuras, no de quienes todavía creen que es posible avanzar y mejorar.

No soporto el aplauso a ciertas personas que se refugian en ellas, ya no para vivir del cuento, sino para dar una imagen y engañar a su entorno. No voy a ser retórica, voy a hablar con la crudeza de quien se siente traicionada, desolada en su creencia, en sus ideas, en sus principios. Porque entiendo que cada cual pueda defender una opción, sea la abstención, sea lo que fuese, eso lo entiendo. Pero no soporto la apariencia, la de quienes dicen ser socialistas sin serlo porque sus acciones, sus estrategias, sus palabras adornadas, que no dicen nada, su sosiego, dice otra cosa. Y eso lo califican como sensatez.

¡Qué puñetas es la sensatez! Dícese del buen juicio, prudencia y madurez de sus actos. ¿Sí? ¿En base a qué? ¿Quién define el buen juicio, el juicio de qué, de suposición adecuada? Prudencia como estrategia y madurez basada en el mantenimiento de su estatus.

No escucho en esa sensatez nada que alivie a quien no está en la posición del sensato. Porque quien sufre, quien tiene hambre o frío, quien busca un horizonte posible, quien no tiene trabajo no encuentra nada de sensatez en lo que ocurre. Todos nos quieren vender la quimera del empleo. Pero ¿es posible para todos en esta sociedad individualista y egoísta, donde te van diciendo mira solo por ti?

A mi no me engaña esa gente vestida de socialista que desprecia a quien es, piensa y siente de una forma diferente. A quien lucha en todos sus ámbitos personal, social, político con una sola arma: su pasión. Una pasión nacida de abordar cada día problemas, esos que aquéllos sensatos sólo ven en el papel, en las estadísticas, en las estrategias buscando gobernar a nosotros, los bobos pasionales que, además, vamos a creernos que nos van a ayudar. Yo no soy sensata, soy pasional porque me revienta la injusticia.

Socialistas que hablan a las gentes de la vergüenza ocurrida en el partido, para luego declarar la necesaria sensatez.

No. No nos hemos podemizado, porque ellos, al final, también son élites. No. Nos hemos vuelto socialistas de verdad, de corazón, no de imagen, no de chaqueta que se cuelga y se pone. Hablan de debate sensato, pero es mentira. No quieren debatir, sino imponer, hacer fuertes sus posturas, sus opiniones y su malnacida sensatez.

NO. A mí no me hablen de argumentos estratégicos, no me hablen de que van a presionar, háblenme de cómo voy a enfrentar, día a día, el panorama con el que me van a dejar, el panorama de tener que ser yo la que deba limitar mi vida, mis aspiraciones, mis deseos, los de mis hijos por esa sensatez, por esa responsabilidad, por esa gobernabilidad.

Estoy cabreada. Estoy cansada de luchar, de gritar pidiendo la Justicia, igualdad y libertad de la que nos privan los sensatos.

Pero los sensatos siempre tendrán la palabra adecuada, la milonga que les adorna y seducirán a unos cuantos. Pero yo no estoy entre las seducidas. He visto su alma y está llena de gusanos. Y aunque mi razón me diga calma, sigue tu vida, yo no quiero ser sensata, quiero que me invada la pasión. Quiero luchar por lo justo.

lunes, 3 de octubre de 2016

EVOLUCIONAR EN POLÍTICA

No pretendo dar un análisis sobre la situación del Partido Socialista, ni de lo que ha sido, ni si puede o no hacer esto o aquello. De eso ya se encargan muchos supuestamente expertos. Sólo pretendo dar un pequeño punto de vista de filosofía política de principiante, por llamarla de algún modo.

Evolucionar en política significa caminar hacia delante, asumiendo una nueva realidad que se va conformando poco a poco y que no podemos forzar. Hace poco leí una de esas frases que aparecen en los muros de face, decía que si algo tienes que forzarlo es que no es de tu talla. Y creo que es algo así lo que le ha pasado al PSOE: no ha asumido el avance de la realidad, alguien ha intentado forzarlo y se ha roto.

¿Cómo se ha forzado o forjado todo esto? Una parte procede de las líneas rojas, los nacionalismos. Pero los nacionalismos de dos bandos: los españolismos y los independentistas, y los que no son tanto o son, pero no quieren parecerlo o viceversa o todo lo contrario. Ya me entienden ¡Qué más da!

Yo siempre he declarado que no soy localista, ni regionalista, ni nacionalista. Mi bandera y mis símbolos, como dije en el último Comité Regional del Partido Socialista de Navarra, son la Justicia, la Igualdad y la Libertad de las personas. Nada más. Por eso no entendía, ni entiendo esa sensibilidad tan unida a una determinada cultura o una historia muy concreta. Sencillamente, porque la historia continúa, es algo vivo.

Sin embargo, en esa evolución hay que asumir esos sentimientos porque, como hemos podido comprobar los socialistas, el sentimiento existe en política; de hecho hemos rabiado, sufrido y pataleado con los recientes acontecimientos.

Por tanto, aunque no asumamos esas sensibilidades, hay que aceptarlas y darles una horma adecuada, volviendo al símil, una talla donde se sientan cómodas. Pero una talla que no menoscabe, que con ella no se pisen las sensibilidades de los demás. Porque es muy común entre los independentistas, por ejemplo en el País Vasco, señalar los años de represión de la cultura y la lengua. Cierto, hubo represión, para todos. Sin embargo, eso no tiene que conllevar ahora un privilegio para quienes lo sufrieron, sino un tratamiento de igual a igual, ya que de no ser así, se repetiría, caerían en el mismo error que se cometió contra ellos. Pasa en Navarra, donde el cuatripartito, obsesionado con su política euskaldún, olvida los derechos de quienes tienen otras sensibilidades.

Difícilmente podemos trabajar esa nueva horma desde posturas cerradas en el pasado. España ha sido hogar de muchos pueblos, ha sido una y puede ser variada. Sólo hay que buscar la fórmula correcta. El Partido Socialista estaba en ello, el menos creo que una parte. Sin embargo, hay quienes no se dan cuenta o no quieren porque eso significaría más implicación de todas las Comunidades y hay quienes tienen miedo a la evolución.

Estamos todos en el mismo barco y debemos avanzar. La realidad no se resuelve negándola. En las comunidades más independentistas hay quienes no lo son, yo soy una de ellas. Somos los que debemos mantener una mente más abierta, debemos ser más libres de convencionalismos, intentar dialogar y buscar la horma correcta. Quizás no lo logremos. Cabe esa posibilidad, no la niego. Pero la humanidad siempre explora para encontrar una salida.

Todo el mundo evoluciona en sus pensamientos según las circunstancias. Recuerdo, hace años, en los tiempos en que la corrupción saltaba a cada instante, fui muy crítica con el PSOE; tanto que en mi pueblo pensaban que era de derechas; ni se les pasó por la cabeza que votara a Izquierda Unida, como hacía. Curiosidades de la vida. Hace poco voté a José Antonio Pérez Tapias y me encontré después apoyando a Pedro Sánchez. Evolución.