viernes, 3 de octubre de 2014

HARTA DE LOS WASAPIANOS (un poco de comprensión)

Estoy sumamente harta de la tiranía de los wasapianos. Es curioso que los avances tecnológicos que debieran servirnos acaban siendo, para la humanidad, una forma de imposición y marginación. Supongo que se me podrá discutir, pero así lo veo yo, una usuaria de esos móviles Nokia sin Waspp, llevadas al ostracismo. Marginada porque desde el momento que no tienes Wasapp ya nadie se comunica contigo, ya no puedes formar parte de un grupo de amigos, ni de una organización política, ni siquiera colaborar en el colegio de tus hijos. Y el problema es que, cuando ven tu móvil, te dice todo el mundo: “cámbiate ya, que nadie lleva eso”. Evidentemente, ese nadie soy yo.

Y ya no sólo te mandan al ostracismo, sino que además, en el colmo de la tiranía, te acusan de ser egocéntrica y de no pensar más que en ti misma por no tener wasap y querer que los demás no lo utilicen contigo. Te echan la culpa de no tener wasap.

Por tanto, me quieren imponer, me quieren obligar a comprarme un móvil para ser igual que los demás. Y yo tengo ese Nokia porque no se rompe, porque valía barato, porque yo no me puedo permitir gastar un porrón de pasta en un terminal de esos y porque, y lo más importante, mi forma de consumo es la más contraria a esta sociedad: yo no me compro nada hasta que no rompa lo anterior. Y eso lo hago con todo, hasta con la ropa. Ya siento tener esta mentalidad tan retrógrada y creo no ser la única. Por eso lanzo una SOS a ver si aparece alguien, además de Carles Francino quien también ha declarado tener un Nokia de esos.

Quizás seamos una minoría. Y si somos una minoría ¿Por qué nos rechazan? Quiero romper una lanza por quienes todavía no tenemos wasap. Porque del mismo modo que nos llaman egocéntricos, que no entiendo el motivo, nosotros, esa molesta minoría, también podríamos decirles por qué quieren imponer una forma de comunicarse, por qué no cuentan con esa minoría, por qué no intentan utilizar con nosotros otras formas de comunicación, por qué se creen que son el centro del mundo, por qué intentan defenderse de su dependencia culpando a los demás. Porque, salvo honrosas excepciones que lo reconocen, la mayoría hacen como todos los telespectadores, que ninguno ve Sálvame y sólo ven los documentales de la dos; por qué no esperan que ya llegaremos, cuando se nos rompa, claro. ¡Qué afán por comprar! Cualquier minoría hoy en día es más respetada que los podres que todavía no usamos wasap.

Esto me hace reflexionar hacia el tipo de humanidad y sociedad que estamos construyendo; además de puramente consumista, estamos olvidando la comunicación oral y escrita. Les pasó a las cartas, ahora sólo recibimos facturas y ya ni eso. Lo cual me parece estupendo porque ahorramos papel, aunque, por otra, consumimos energía en recargas y ordenadores. Sin embargo, he de confesar que yo todavía escribo alguna carta y también utilizo, en muchas ocasiones, cualquier papel usado para escribir y pasarlo, después, al ordenador.

Temo por la comunicación oral, donde la inflexiones de la voz podían darte pistas sobre la intención del comunicador. Hoy tendremos que empezar a analizar cómo es una persona según cómo escriba en wasap. Y no va a ser fácil, ya que la economía llega también a las palabras y se codifica al igual que las máquinas.

Y ya no hablo de sustituir el Facebook por el twiter, lo que supone que cuanto menos escribas, cuanto menos reflexiones mejor. Y a mí en comunicación y en pensamiento no me cabe la economía.

Entiendo los adelantos tecnológicos, más aún, los aplaudo. Pero no entiendo que se olvide a la persona que está más allá del aparato, su necesidad de comunicarse más personalmente, más directa, sin subterfugios, ni esconderse en frases hechas y en proclamas. Abogo por una tecnología que cuente con la persona, no que la anule y, en estos momentos, estamos anulando a la persona en pro de mecanismos. Si no tienes wasap no eres, no existes. Adiós al “pienso, luego existo”.