domingo, 17 de marzo de 2013

SOBRE DIETAS, COBROS Y COMISIONES


Indignación es lo primero que te sale de las tripas al conocer lo de Caja Navarra. Pero me atrevería a decir que podríamos extrapolarlo a otras entidades públicas. Y es que el problema, para mí, radica en dos conceptos: uno, el concepto que la ciudadanía tiene de la política y, segundo, el concepto que algunos políticos tienen del interés público. Es decir, aquí no se salva ni Dios, aunque tenga nuevo representante en la tierra.

Primero empecemos por hablar de muchos ciudadanos. La mayoría nos hemos acostumbrado a que la democracia nos venga dada. Dada por unos cuantos que trabajan por ella y pensamos que eso no va con nosotros, que los políticos son una clase aparte que entran por interés personal. Y no es así. La democracia y la política es parte de todos y todos tenemos que contribuir a ella en la forma que podamos. Hay quienes se implican más y trabajan todo o una pequeña parte, cuando hablamos de entidades locales, como cargos públicos. Y cuando uno dice trabajar implica, para quien es socialista, la necesidad de una remuneración. Porque el trabajo, entendemos desde hace más de 100 años que debe ser remunerado, de no ser así sería esclavitud de unos muchos frente a unos pocos o conllevaría prácticas no muy éticas. Otra cosa muy distinta es la representación que no debe ser remunerada de la misma manera que el trabajo.

No es lo mismo cobrar por trabajar que por figurar. Pongo un ejemplo, no es lo mismo cobrar por desarrollar un proyecto o una propuesta que redunda en beneficio del ciudadano que cobrar por acudir a unas fiestas o a una inauguración en representación del pueblo.

El problema es que la Ley, por ejemplo en Navarra, prima la representación frente al trabajo en lo que se refiere, por ejemplo, a asignaciones a corporativos con el artículo 75 de la LBRL. Insiste en los cobros por acudir a sentarse a pleno, comisiones y reuniones de órganos colegiados, sin establecer nada sobre el trabajo previo o posterior. Cobrar por sentarse unas horas, hayas o no hayas hecho nada, (representación). La no valoración del trabajo en política conlleva una injusticia dentro de los propios políticos mismos, pues aquellos que más trabajan no se diferencian en nada de los que sólo se sientan. Y eso genera un verdadero problema político y social que tanto ciudadanos como políticos tenemos que conocer y solucionar.

Ahora bien, todo hay que decirlo, la representación también debe ser valorada, pero en su justa medida. Ésta conlleva, por ejemplo, responsabilidad, defensa de unos criterios de interés público y eso, en algunos casos, se paga. Sobre todo, cuanto más cerca del ciudadano estás. Se paga a la hora de perder amigos, imagen, etc. Por otra, puede repercutir en el armario de cada uno, que es lo de menos; con no llevar bolsos de Luis Vuiton (¿se escribe así?, es que yo no tengo)…

En el caso de la CAN, el Partido Socialista de Navarra está intentando explicar, diferenciar el trabajo y la representación, sin conseguirlo. Porque la ciudadanía está indignada y con razón, porque está pagando la crisis. Y, evidentemente, toda asignación debe tener un límite y algo más importante un motivo, un concepto demostrable, que pueda ser entendible, y una transparencia, una publicidad. Como ocurre con los funcionarios cuyos sueldos son publicados y públicos.

Por tanto, considero que la gente debe entender que hay un trabajo y como tal debe ser valorado y remunerado.

Y ahora es el momento en que deben entrar los políticos, remunerados en su justa medida y lo más público posible, Ese es el error político. Esconder lo que se cobra, como si cobrar por trabajar fuese un delito. Más delito es cobrar como hacen algunas profesiones, de las llamadas liberales, sin factura. Y cuando se esconde es que algo anda mal. Los ciudadanos, creo, saben entender que al igual que a ellos lo normal es que se pague por trabajar, aunque hoy, lamentablemente, esto no se cumple siempre.

Por eso, creo que es el momento de llamar a la reflexión a todos. Sin obviar, por supuesto, que quien está en el Gobierno, quien marca las pautas valorando trabajo o representación, tiene una responsabilidad. Debe asumirla. Y si ha cobrado a escondidas, dimitir, porque, como decíamos antes, para eso le han pagado la representación, porque la critica va en el sueldo y la dimisión también, señora Barcina.

martes, 5 de marzo de 2013

ORDENANZAS

De vez en cuando hay que tratar temas municipales pero que seguro son extrapolables a cualquier población. Recientemente hemos tenido un pequeño debate en facebook (Ojalá hubiese más) sobre el tema de la pancarta contra los recortes en el Colegio Público de Cabanillas. El colegio decidió, al parecer, retirar la pancarta porque existe una ordenanza y una norma del Gobierno de Navarra o lo que sea, que obliga a ello. Aunque la yo hubiese mantenido, como dije, no es menos cierto que hay que felicitar al Colegio de Cabanillas por su respeto a las normas y leyes de convivencia que se marcan en común. Loable en su postura, si tenemos en cuenta que el resto de los ciudadanos de esta localidad hacemos caso omiso a las mismas. (Legisla que ya estoy yo para pasarme por el forro lo que digas). Además de las cacas de diferentes especies animales, tanto de cuatro como de menos patas, asunto que preocupa mucho, hay otros asuntos que para mí son más graves: falta de civismo, de respeto a lo público, incumplimiento de normas urbanísticas, de leyes medioambientales, incumplimiento, en suma, de tantas y tantas normas, leyes y ordenanzas que debiéramos sonrojarnos ante la actitud del Colegio de Cabanillas.
Otra cosa sería debatir la justicia de la norma. Porque, por ejemplo, actualmente, algunos están hablando de legislar, o como quieran llamarlo, el derecho de huelga. O lo que es lo mismo, acabar con él. Porque cuando uno legisla, normaliza o normativiza un derecho, lo que está haciendo es hacer suyo ese derecho, para traspasarlo luego a los ciudadanos según conveniencia del susodicho legislador. No está jerarquizando derechos, sino que transforma un derecho. Esto es, mire usted, puede hacer huelga, pero cuando yo le diga.