viernes, 23 de marzo de 2012

LA COMIDILLA

Quiero comunicar a mis lectores habituales, pocos, pero entiendo que fieles. Que ha habido un aumento de interés por mis comentarios en esta página, lo cual agradezco mucho. Parece ser que mis últimos artículos “Políticas de Campanario” y “Los concejales que no tienen que cobrar” son la comidilla por bares, terrazas, peluquerías, carnicerías... de nuestra pequeña localidad.
Lo cual me alegra, puesto que demuestra que hacía falta dar algo de información a los vecinos para que empezaran a conocer la realidad política existente, aunque entristece pensar que hasta ahora han estado en las más absoluta oscuridad.
Por eso, quiero invitarles a todos ustedes, cabanilleros, a que ejerzan su derecho a la información y pidan al Ayuntamiento lo que cobramos los actuales concejales, lo que cobraron los anteriores, y el concepto, por qué han cobrado eso. Porque, señores, ustedes tienen derecho a saber qué hacemos los gestores públicos con los impuestos que ustedes pagan y lo que cobramos nosotros de esos impuestos por el trabajo realizado. Pidan y comparen, antes y ahora.
Lo importante de todo esto es tener información, que la tengan ustedes. De hecho, hoy el PP y socio, ahora de UPN, se jacta de una Ley de Transparencia que, según dónde, molesta.
Por eso, queremos ser transparentes. Pidan lo que se ha cobrado y lo que se cobra e, insisto, en la razón de ese cobro, el cometido, el objetivo, el trabajo realizado.... Yo hasta les redacto mi agenda de trabajo municipal particular; la de casa no, que no sé cuál es más densa.

martes, 20 de marzo de 2012

REFORMA LABORAL: ESCLAVITUD DE CUELLO BLANCO.

Mi padre siempre me decía que lo bancos eran unos ladrones de guante blanco, y eso que él era de la antigua escuela, reacio a pedir créditos. Pero, al menos con los bancos sabes con quien te enfrentas. En el caso de lo que hoy está ocurriendo, en esta política que nos trae Europa con la connivencia del Partido Popular, en la que el trabajador es un mero pelele, no sabes quién está realmente detrás. A alguien, me da la sensación, le jorobó mucho que los trabajadores llegaran a tener poder adquisitivo.
Estoy convencida de que esta reforma laboral creará empleo, en un futuro, pero primero tiene que destruirlo. Lógicamente, se despedirá durante este año a mucha gente, como ha reconocido el mismo Partido Popular y, al cabo de un tiempo, se volverá a contratar, pero de un forma más precaria, con las condiciones que todos sabemos y que en nada beneficia al trabajador. Lo que no entiendo es cómo se va a revitalizar la economía, puesto que si todos esos trabajadores, trabajan sí, pero sin saber cómo van a venir dadas, con la facilidad del despido, facilidades en cambiar de condiciones laborales y económicas, poco podrán arriesgarse a consumir. Por tanto, entiendo que se espera que el consumo venga de fuera, puesto que tendremos una condiciones laborales idóneas para la competitividad de nuestros productos: bajos salarios, flexibilidad y despido fácil. Y curiosamente, son los PIG, los que parece que van a terminar así.
Luego viene lo de equiparar las empresas a los servicios públicos. Es decir, que los empleados públicos puedan ser despedidos de la misma forma que en el sector privado. Algo que me da mucho miedo porque, primero, lo público es un servicio, no una forma de hacer dinero, (no se hace dinero con la sanidad); segundo, el funcionario o empleado público está al servicio del ciudadano y si entra en la misma dinámica que las empresas no estará al servicio del ciudadano, sino al servicio del político de turno y la arbitrariedad del mismo. Lo que puede conducir a una merma de los servicios de cara al ciudadano, que no al político, que tendrá a toda la Administración a sus órdenes. Pero ya se han encargado bien algunos medios de poner a los empleados públicos a caer de un burro, poner a la ciudadanía en su contra diciendo que son unos privilegiados. Sabían lo que se hacían, quieren el control absoluto. Ni Goebbels lo hubiera hecho mejor.
Lo que no entiendo es que si equiparas a los funcionarios a la empresa privada vas a estar en la misma tesitura de consumo. Esos funcionarios, que consumían, lo van a hacer menos, salvo aquellos tocados por la varita del poder.
Para terminar está el tema sindical, el mal de los males para algunos, y el hecho que denota la política subyacente en todo esto. Pongamos un ejemplo. Hace unas semanas se puso en la picota a un responsable sindical que formaba parte de un Consejo de un Caja donde cobraba una buena cantidad de dinero. No entro a valorar si es excesivo, que lo será, ni qué hacía con ese dinero, porque lo que yo me pregunto es si en ese consejo no había otras personas cobrando lo mismo. Si es así, ¿qué es lo que molesta? ¿Acaso que un trabajador ascienda, que un trabajador pueda tratar de igual a una “clase superior”?
¿Estamos revitalizando la lucha de clases? ¡Tanto ha molestado que los trabajadores llegaran a tener cosas y pudieran irse de vacaciones demasiado cerca de la clase alta!
Me da la sensación de que aquí subyace algo más que lo puramente económico. No hay una campaña contra los sindicatos, aunque metiéndose con ellos desvían la atención, utilizando el divide y vencerás, poniendo a los trabajadores en contra de sus representantes y en contra de los empleados públicos y en contra de los propios trabajadores. Porque no olvidemos el discurso en el que los trabajadores no hacen más que pedir bajas injustificadas, llegar tarde o no llegar a trabajar y cosas por el estilo. No dudo de que haya habido abusos; también por parte de los empresarios y ahora les hacemos el favor de la reforma. Una reforma que, por otra parte, beneficia únicamente al empresario especulador, no al empresario serio y comprometido, al que le compensa tener una plantilla fija y formada. Beneficia al que juega con los trabajadores y con el trabajo. Lo malo es que el empresario serio se verá abocado a ese mismo juego si quiere ser competitivo, deteriorándose el entramado laboral y económico de esta piel de toro.
Por eso, para mí, toda esa gente, que nadie sabe quién es, están desviando la atención de la verdadera crisis, que no es otra que la crisis de los valores más preciados. Si no que se lo pregunten a un tal llamado Jesucristo. Puesto que lo que aquí se juega es algo más que lo económico: se juega la solidaridad, la justicia, la confianza, la igualdad...Los valores humanos frente a los monetarios. Esta reforma es la muestra más palpable de la esclavitud de cuello blanco: yo te empleo, pero bajo mis más estrictas órdenes, rescatando el sí, buana y todos a callar.